Estas son las ventajas del gotelé más allá de su valor estético (o no)

Las razones de ser de esta técnica de pintura interior están muy ligadas al boom inmobiliario de los años sesenta

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El gotelé es una especie de esperpento que nos recuerda a décadas anteriores: en los años 60, 70 e incluso 80, las generaciones de aquel tiempo celebraban haberse conocido a sí mismas  y haber desarrollado este estilo de pintura en el interior de sus hogares.

Esta ha sido una pesadilla para muchos inquilinos de alquiler en pisos de Cuéntame en las décadas sucesivas hasta la actualidad y también para muchos propietarios que han tenido que vérselas con numerosos tutoriales para poder quitar este horror de las paredes (que ahora vuelve a estar de moda).

Sin embargo, el gotelé no fue solamente una apuesta estética por parte de quienes pintaban las viviendas en aquellas de décadas de renovación democrática, sino que también tenía muchas razones de ser para mejorar el entorno en el que se inscribía.

Gotelé

Gotelé, que viene de  la palabra francesa gotte o gotellette que significan gota y gotita definen aquellas paredes de acabado grumoso no liso como si de un Picasso infantil se tratara. Aquellas gotas que muchos juzgaron de bonitas al empezar a prosperar aquella técnica respondían inicialmente a otras funciones.

Disimular los defectos

En unos años de boom urbanístico en el que las constructoras no daban abasto y se construía mucho y muy rápidamente, los acabados finales de los hogares eran un escollo que había que resolver: por ello el gotelé era una excelente opción de disimular los defectos en el alisado de las paredes y tirar millas con aquel interiorismo.

Las paredes de entonces hechas de yeso tradicional (a falta del pladur que estaba por llegar) eran mucho más complejas de alisar y presentaban mucho más nítidamente cualquier defecto. Por ello, taparlos era uno de los objetivos de esta técnica de pintura qué tan bien disimulaba cualquier error en estas superficies.

Gotelé

El ahorro de tiempo y dinero era pues el gran motivo del  nacimiento del gotelé coma que también ha tenido algunas ventajas en su implantación, según se ha visto conforme han pasado los años. 

Este mismo motivo por el que nació esta técnica, el de disimular los defectos, ha sido muy útil para tapar grietas posteriores, imperfecciones surgidas del uso, e incluso pequeñas cavidades como las que dejan las chinchetas.

Además, de la mano del gotelé las paredes son más resistentes que las actuales en cuanto a golpes, arañazos y desgaste en el uso cotidiano. Evidentemente no en cuanto al peso que puedan soportar estas, ya que obviamente es el mismo que las que no están revestidas de hoteles.

Por ello, quien tenga todavía paredes de gotelé no se considere tan desafortunado, pues en realidad este ha sido un gran recurso de ahorro en el gasto de las viviendas aparejado a una mayor durabilidad de sus interiores.

Foto | Joana Costa y Casa de Jesana Motilva, foto de Nacho Viñau Ena.

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