Nacemos pensando que el objetivo de nuestra vida es claro: trabajar para tener una casa digna donde vivir. Durante décadas, este gesto ha sido sinónimo de madurez, estabilidad y éxito en la vida. Es como si todos tuviéramos que seguir el mismo patrón establecido, con sus tiempos y compás.
Sin embargo, Helena Soto (@helenasoto_), experta en finanzas personales e inversión inmobiliaria, nos invita a repensar por completo esta creencia. Según ella, comprar una vivienda para habitarla no es una inversión, aunque la mayoría piense que sí. Y este, dice, es uno de los errores financieros más costosos y más comunes.
“La mayoría trabaja durante años, ahorra con mucho esfuerzo y se compra una casa para vivir porque les han dicho que eso es invertir, pero no lo es. Una casa en la que tú vives no te genera ingresos, al revés, te cuesta dinero cada mes”, explica Soto.
Una casa como inversión, no como vivienda
No se trata de demonizar la idea de tener una vivienda propia. De hecho, tener un hogar bien decorado, cómodo y adaptado a nuestras necesidades puede ser una fuente de bienestar y orgullo personal. Pero la experta insiste: no confundamos deseos con necesidades.
Comprar la casa de tus sueños puede darte comodidad, sí, pero rara vez libertad financiera. Al contrario, suele convertirse en lo que llama “una hipoteca emocional”: compromisos a largo plazo que nos atan financieramente durante décadas. “Antes de hipotecarte por 30 años para comprar la casa de tus sueños, pregúntate: ¿estoy comprando mi tranquilidad o hipotecando mi libertad?”, recalca Helena.
Desde su experiencia, la verdadera inversión inteligente es aquella que genera ingresos mensuales constantes, es decir, ‘cash flow’. Soto lo explica con claridad: Lo ideal es comprar una propiedad no para vivir en ella, sino para alquilarla. Así, otra persona paga por ti y tú obtienes un ingreso pasivo que puede multiplicarse si repites la fórmula con más propiedades.
Una nueva forma de ver el hogar
Cada vez más personas están incorporando esta visión en su estrategia de vida: en lugar de atarse a una gran hipoteca, eligen vivir de alquiler mientras invierten en inmuebles que generan rentas. La clave está en la planificación, en rodearse de buenos asesores y, por supuesto, en crear espacios que se alquilen fácilmente: viviendas con buen gusto, confort, y estilo atemporal.
Este cambio de mentalidad es cada vez más común entre las nuevas generaciones de propietarios e inversores. La vivienda, más que un objetivo final, se ve como una herramienta: un medio para lograr independencia, seguridad y, en última instancia, libertad.
Imágenes | Vía @helenasoto_
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