El polvo es algo con lo que tenemos que convivir. A veces más, a veces menos, pero es inevitable que se acumule en nuestros muebles y objetos personales a lo largo de la vida. Como no queremos que un poco de polvo te estropee la decoración, te vamos a dar unos cuantos consejos para conseguir mantenerlo a raya y minimizar el esfuerzo.
El polvo está ahí, da igual lo que hagas. Repítete este consejo zen: el polvo está ahí, y aunque lo quite hoy mañana volverá con sus ácaros y su suciedad. Es importante que no pierdas de vista este mantra: quitar el polvo es una tarea constante.
La decoración en colores claros ayudará a disimular el polvo si eres de los que no tiene tiempo de pasar el plumero a diario.
Cuando pases el polvo, recuerda que tienes que empezar a limpiar de arriba hacia abajo, así el polvo que quites se irá posando en las baldas inferiores (si estás limpiando una estantería).
Las cortinas también cogen polvo: lávalas al menos una vez al mes. Como ya comentamos, esto también dará un olor fresco a tu casa, especialmente si viven en ella fumadores.
Si tienes mucho polvo que quitar (por ejemplo si has tenido una obra reciente), lo mejor es que uses una gamuza húmeda impregnada con algún producto limpiador.
Como decía siempre mi madre: "¡Levanta los objetos cuando pases el polvo!" No hay nada más chapucero que no hacerlo.
Las puertas y los rodapiés también acumulan polvo, no te olvides de ellos.
Planchar levanta mucho polvo, intenta quitar el polvo después de planchar (pero que no sea tu excusa para aplazarlo por tiempo indefinido).
Si tienes vitrinas, ábrelas y limpia lo que tengas en su interior a la vez que quitas el polvo del mueble. Así te asegurarás de que los vasos están perfectamente desinfectados la siguiente vez que necesites utilizarlos.
Imagen vía | Sci-Fi
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