Más allá de su cultivo en grandes plantaciones, la lavanda es una planta cada vez más popular en los jardines gracias a su resistencia, a su capacidad para soportar la sequía, y a la belleza de su floración. Sin olvidarnos, por supuesto, del intenso y agradable aroma que desprende.
De hecho, esta planta aromática y silvestre es ideal para marcar bordes y caminos, o para cultivarla en jardineras y en macetas en patios y terrazas.
Cuidar la lavanda para que nos regale sus flores desde mediados de primavera hasta mediados del verano no requiere de grandes complicaciones, más allá de recibir sol abundante, o de regarla cuando es necesario. Pero sí que es necesario podarla de forma regular para evitar que se vuelvan leñosas, largas y antiestéticas.
Cuándo y cómo hay que podar la lavanda
Las plantas deben podarse en primavera, o a finales del verano para que luzcan espectaculares, una vez que haya terminado su floración, a finales del mes de agosto, o en septiembre. Así lo explica la experta en jardinería Anya Lautenbach, conocida como @anyathegardenfairy en YouTube.
Si se poda la lavanda de forma intensa, el resultado será obtener plantas más tupidas y una floración espectacular al año siguiente. Según Lautenbach, hay que eliminar los tallos de flores marchitos, además de podar a 2,5 cm por encima de la madera, desde donde crecen las hojas de la planta. Hay que comenzar podando desde el centro de la planta, evitando cortar la madera vieja.
Al concluir esa parte, deberás eliminar las ramas que hay en el centro de la planta, para estimular así el crecimiento de nuevas ramas la próxima temporada.
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