A la hora de plantar las especies que darán vida a nuestra terraza, patio o jardín, debemos tener en cuenta el efecto estético que queremos obtener, pero también las condiciones climatológicas del lugar de donde vivimos, y las condiciones físicas de nuestro espacio de exterior.
Y si deseas una planta que tape muros o defectos en las paredes, o dar el toque verde incluso a las zonas sombrío de tus zonas de exterior, la madreselva es una fantástica opción.
La madreselva (Lonicera caprifolium) es una especie muy resistente que prefiere climas secos, y que puede tolerar temperaturas de hasta 10º bajo cero. Ofrece flores blancas y rosadas desde finales de primavera, y hasta principios de otoño. Tras la floración, la madreselva nos regala unos preciosos frutos rojos que no son aptos para consumo humano.
Y además, esta planta desprende una agradable y potente fragancia, que se nota sobre todo al caer la noche. También debemos tener en cuenta que crece de forma bastante rápida, alcanzando entre los 3 y los 5 metros, y es ideal para crear barreras de protección visual y dar algo de intimidad a nuestras zonas de exterior si la plantamos en torno a una valla.
Cómo cuidar la madreselva
A la hora de regarla, deberás atender sus necesidades especialmente cuando son jóvenes, o si la madreselva está plantada en maceta. Cuando están asentadas, la madreselva es una planta bastante tolerante a la sequía.
En verano puedes regarla como mucho dos o tres veces a la semana, reduciendo la frecuencia de riego a una vez a la semana en invierno. Es muy importante evitar que se encharque el sustrato.
Respecto a la luz, a la mayor parte de las especies de madreselva les gusta la luz, y deben recibir al menos 6 horas de sol cada día, ya que así crecerá más rápido y tendrá más flores. Pero también pueden vivir en zonas sombrías, dando vida a esos rincones más oscuros de nuestras zonas de exterior.
Para que la madreselva crezca fuerte debes proporcionarle los nutrientes que necesita, así deberás abonarla al comienzo de la primavera con un abono general, antes de que comience a crecer de nuevo tras el parón invernal. A mitad de verano puedes volver a abonarla.
Fotografías | Istvan Hernek en Unsplash, Janeson Keeley en Unsplash
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