Las orquídeas son una de las plantas de interior más presentes en los hogares de nuestro país. Esta planta es resistente, fácil de cuidar y tiene una floración muy llamativa gracias a esas flores de formas exóticas y caprichosas en distintos colores. Además, podemos conseguir que la orquídea florezca todos los años siguiendo unos consejos.
A la hora de cuidar las orquídeas, la poda es una de las tareas que más se suelen olvidar, ya que a muchas personas les da miedo meter la tijera y podar la planta por miedo a provocarle un daño irreparable. Y esto es un error, ya que además de potenciar la floración, la poda permite que la planta crezca más fuerte. Además, las podas también pueden ayudarnos a combatir las plagas que puede sufrir esta planta.
Cuándo y cómo hay que podar las orquídeas
Como regla general, el mejor momento para realizar la poda de la orquídea es después de la floración, justo cuando la planta entra en reposo. En este punto, hay que advertir que hay que conocer el tipo de orquídea, ya que cada especie tiene sus propias particularidades.
Una vez que sabemos cuándo hay que podar la orquídea, vamos a proceder a ver cómo hay que podarla. Es un proceso sencillo, pero hay que realizarlo bien para evitar daños irreparables o que los cortes puedan infectarse. Para evitar que la orquídea se infecte, es importante tener unas tijeras de podar (6.99 euros) en perfecto estado para poder realizar cortes limpios, y siempre desinfectadas con alcohol. Si vas a podar varias orquídeas, deberás desinfectar la tijera antes de comenzar con un nuevo ejemplar, para evitar pasar la posible infección de una planta a otra.
La vara floral, una vez acabada la floración, debe ser el objeto principal de la poda ya que será beneficioso para el crecimiento de la planta. Tras la floración, la planta no tendrá que concentrar allí su energía. Al cortar, hay que hacerlo siempre por encima del nudo, para poder promover una nueva floración.
Pero cuidado; antes de cortar, debes observar sin han crecido keikis o hijuelos, nuevas plantas que aunque en origen pueden ser una única hoja nueva, puede llegar a convertirse en una orquídea nueva. En este caso, hay que evitar podar la vara para ver cómo se desarrolla.
Además de podar las varas florales, es importante retirar las hojas amarillas. Además de ayudar a que la planta no concentre energía en estos elementos, permitirás que entre más luz y aire al tallo de la planta. Además, si esas hojas estás afectadas por alguna plaga, cortarás de raíz el problema.
Y ya que hablamos de raíces, también es importante podar esta parte de la planta. Sobre todo, cuando vamos a trasplantar la orquídea. En ese momento podemos eliminar las raíces secas o que están en mal estando, antes de trasplantarla a una maceta con sustrato nuevo.
Al margen del momento del trasplante, es posible que si te pasas con los riegos también debas podar las raíces. Las orquídeas no soportan el encharcamiento, y si la has regado en exceso, es probable que las raíces se pudran, como paso previo a que las hojas se mustien. En este caso, además de aplicar un fungicida para proteger a la planta, deberás podar las raíces y las hojas enfermas.
Tras la poda, tanto de las raíces como de las varas, hay que sellar los cortes para acelerar la curación de las heridas y evitar que los hongos penetren en las heridas. Para curar esas heridas, puedes utilizar fungicidas naturales como la canela.
Fotografías | Carissa Bongalosa para Pexels, Tim Mossholder en Unsplash
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