Desde 1863 y hasta el año 2002, este precioso edificio de la ciudad holandesa de Roermond daba cobijo a 150 huéspedes, ninguno de ellos voluntario. Todo lo contrario que ahora, pues desde que esta antigua cárcel fuera convertida en hotel de lujo en 2007, dan ganas de pasar una noche en sus calabozos.
El centenar y medio de celdas han sido transformadas en 36 cómodas habitaciones y siete espectaculares suites --con nombres tan bien traídos como "alcaide", "guarda", juez" o similares--, sin por ello tener que alterar la fachada neoclásica del edificio ni negar su pasado carcelario, que se reconoce especialmente en los pasillos que dan acceso a las habitaciones.
Obviamente, la iluminación y la decoración no son las mismas, pero la gran nave central de varias alturas con sus pasarelas, barandillas y puertas de acero negro originales, no puede sino traernos a la memoria escenas de todas las películas sobre reos, desde La Milla Verde a Cadena Perpetua, o la española Celda 211.
Sin duda, resulta interesante cómo se transforma un espacio solo con cambiar su uso, a pesar de que se modifique muy poco de su distribución. Sin embargo, el mayor atractivo de este hotel es precisamente su pasado, y es por ello que más que ocultarlo, su diseñador, Van der Valk, se afana en mostrarlo.
Un buen ejemplo de este deseo de dejar patente que el edificio estaba antes destinado a mantener entre rejas a los malhechores, es que precisamente no se han retirado las rejas de las ventanas, ni en las de los salones ni en las habitaciones. Ahora están pintadas de blanco, eso sí, lo cual mejora sensiblemente su aspecto.
Con las antiguas puertas de las celdas de aislamiento también se ha querido dar un toque especial a otros espacios, como por ejemplo a los baños de los espacios públicos. Crea un efecto espectacular, aunque no sé si me atrevería a entrar.
Por lo demás, un hotel más o menos al uso. Mobiliario de líneas modernas, más bien minimalista, con predominio del blanco y el negro --una combinación que le sienta genial a la fachada-- y algunos detalles de color en forma de una iluminación rosácea y cojines de colores en los sofás.
Os dejo con una galería de imágenes por si queréis cotillear un poco más dentro de esta antigua cárcel convertida en hotel de lujo. Fijaos en el detalle de que los accesorios del personal del hotel son a rayas negras y blancas, a juego con la decoración y con el atuendo de los presos que subyace en el imaginario popular, y en el que probablemente está basada también la elección de colores para todo el hotel.
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