Esta semana he tenido la oportunidad de pasar una noche en la capital británica para asistir a un evento, y para mi alegría, el alojamiento escogido por la organización no fue otro que el hotel Westminster Plaza, puro diseño en el corazón de Londres.
La ubicación, como habréis podido deducir por el nombre, es envidiable. Está justo enfrente del Westminster Palace, que se observa desde las mejores suites al otro lado del Támesis. Si uno se lo puede permitir, el lugar perfecto desde el que empezar una visita a la ciudad.
El diseño del hotel y las habitaciones no se corresponde, sin embargo, con su emplazamiento histórico, no porque no esté a la altura, sino porque es de estilo moderno, aunque sin perder la afamada elegancia británica.
Las habitaciones son espaciosas, o al menos la mía así lo era. Se accede a una zona de lectura con dos sofás y una televisión, después encontramos el baño, envuelto en un cerramiento de vidrio negro decorado, y al fondo, junto a la ventana, está el dormitorio. Con otra televisión, que no se diga.
Como no podía ser de otra manera en un hotel inglés, el suelo estaba enmoquetado, en este caso por una moqueta de color granate bastante agradable. En la zona del pasillo que separa la zona de relax y el dormitorio, y desde donde se accede al baño, encontramos un curioso detalle: hay escrito en la moqueta un pequeño cuento de cuna.
El baño contrasta con la acogedora oscuridad que predomina en la habitación. Al abrir la puerta nos encontramos con una estancia amplia y luminosa, decorada en colores claros y cálidos; blanco y madera principalmente.
Las piezas son de lineas sencillas y muy agradables. Como curiosidad, además de la bañera, hay una ducha, un detalle que se agradece y que cada vez más hoteles incluyen.
En la zona del dormitorio disfrutamos de la luz natural que entra por la gran ventana, tamizada por una fina cortina. Para mi desgracia, las vistas eran al patio interior, amplio y luminoso, pero anodino. Quizás por eso me fijé más en la decoración del armario, en cuya puerta encontramos el rostro afable de una mujer.
En definitiva, el Hotel Westminster Plaza un lugar más que agradable en el que pasar la noche, algo que no siempre se puede decir de muchos hoteles con las mismas estrellas. Se nota que cada detalle está cuidado al milímetro, e incluso cuenta con una pequeña cocina con fregadero, en la que podemos prepararnos un té, una hospitalidad muy habitual en los hoteles británicos.
Para los viajeros provenientes del continente, se agradece también el Wifi gratis, algo de lo que deberían aprender los hoteles españoles, así como que ofrezcan enchufes adaptados a los nuestros.
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