Convertir una sola planta en muchas es posible sin necesidad de semillas ni conocimientos técnicos. La reproducción por esquejes es una de las formas más accesibles y económicas de ampliar tu colección. Solo necesitas paciencia, cuidado y un corte limpio.
Muchas de las plantas que decoran nuestros hogares pueden reproducirse fácilmente a partir de una rama o tallo. Desde pothos hasta geranios, pasando por hiedras y suculentas, la mayoría responden bien a este tipo de multiplicación. No se requiere jardín, solo luz y agua.
Encontrar una planta madre
El proceso consiste en cortar un fragmento de la planta madre, eliminar hojas sobrantes y colocar el esqueje en agua o en sustrato. Si se dan las condiciones adecuadas, en unos días o semanas empezarán a brotar raíces. Un vaso de agua puede ser suficiente.
Para aumentar las probabilidades de éxito, se recomienda elegir esquejes con al menos un nodo —esa pequeña protuberancia de donde salen raíces o brotes—. También conviene hacerlo en épocas cálidas, cuando las plantas están en su mayor fase de crecimiento.
Distintas formas de multiplicarlas
Existen varios métodos de enraizado: en agua, en tierra, con perlita o incluso en musgo húmedo. Cada técnica tiene sus ventajas. Por ejemplo, el agua permite ver las raíces fácilmente, pero la tierra favorece una adaptación más directa al entorno final.
Las plantas suculentas, por su parte, requieren un enfoque diferente: primero deben secarse las hojas cortadas unos días antes de colocarlas en tierra, para evitar que se pudran. Esta fase se llama “cicatrización” y es clave para su supervivencia.
Una forma de compartir
Reproducir plantas no solo es una forma de ahorrar, también fortalece la conexión con ellas. Ver cómo brota una nueva vida a partir de un fragmento pequeño es gratificante y educativo. Además, los esquejes se convierten en regalos perfectos para amigos o familiares, también una forma de compartir con los demás las plantas que tenemos en casa.
Si bien no todos los intentos serán exitosos, experimentar con esquejes ayuda a entender mejor las necesidades de cada especie. Es una práctica sostenible, económica y creativa, que te permite llenar tu casa de verde sin gastar dinero.
Foto | Mikhail Nilov y cottonbro studio
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