Un espacio olvidado puede convertirse en el rincón favorito de la casa con unos cuantos cambios estratégicos. Este pequeño patio, que antes presentaba un suelo de terrazo envejecido y una valla metálica sin gracia, se transformó por completo en un refugio relajante y estéticamente impecable. La clave está en combinar elementos naturales y decorativos que aportan frescura, calma y estilo.
El primer paso fue cubrir el suelo con césped, parece natural pero artificial también serviría. Se creó así una base verde que contrasta con el mini jardín zen con plantas cuidadosamente escogidas, que invitan a la meditación y al descanso visual. Este detalle, aunque sencillo, otorga profundidad y serenidad al conjunto.
La valla metálica, que antes rompía la armonía del espacio, se cubrió en parte con bloques de celosía superpuestos. En Leroy Merlin los hay similares por 2,69 euros la pieza. La luz se cuela entre los huecos, creando juegos de sombras que varían a lo largo del día y aportan dinamismo al ambiente.
Para completar la transformación, se añadió una tumbona de madera y tela blanca acompañada de una sombrilla del mismo tono. Este conjunto invita a tumbarse con un libro o simplemente dejarse llevar por el sonido de la brisa. El resultado es un pequeño oasis urbano donde desconectar sin salir de casa, demostrando que con buen gusto y algunos toques bien pensados, cualquier espacio puede llenarse de vida.
Más información | Chantelle.barresi en Instagram
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