Hay objetos que no solo no se suelen enseñar, sino que se hace todo lo posible por esconderlos, a pesar de que puedan ser muy decorativos, y en algunos casos de gran belleza. Hablamos de los juguetes íntimos, esos que muchos dicen no tener pero se venden como churros. En el fondo de un armario, bajo llave, escondidos en un libro ficticio, o en las profundidades de un cojín con doble fondo, el caso es admirarlos y usarlos en la intimidad, ya sea consigo mismo, o en buena compañía.
Al menos eso era hasta ahora, porque hay quien ha pensado en integrar los juguetes sexuales en la decoración de la manera más natural, haciéndolos parecer inocentes pajarillos posados tiernamente en una rama. Sí, sí, una rama… Como podéis ver en la imagen, se trata de una lámpara que cuenta con un orificio en su base en el cual se puede colocar/guardar el dildo. Uno de sus extremos queda al descubierto, y parece un pájaro que estuviera picando el tronco desde una rama.
Al introducirlo en la lámpara, esta cae rendida por una corriente de placer y la luz se enciende, al retirarlo, la luz se apaga para encender las pasiones más terrenales. Se llama Love the Bird y es una idea del diseñador libanés Marc Dibeh.
Vía | Gizmodo
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7 comentarios
Morthylla
Es una idea divertida para los que no tenemos espacio en casa (y es que literalmente no tengo ni siquiera cajones en este piso nuevo) y para quienes tienen juguetes sexuales que no son de los del tipo realista. Al final tampoco es muy práctica porque no sé qué hará el calor de la lámpara al dildo, ni tampoco me gustaría dejarlo allí donde se ensuciará muchísimo (aunque haya que lavarlo antes y después), ni tampoco ayuda cuando se tiene más de uno, pero es una idea buena para comenzar.
annushka
jaja! haber lo dejado para la adivinanza de viernes - duraríamos un mes adivinando!
fuckymonkey
Mmmmmm sin comentarios..... yo solo me pregunto si alguién se lo compraría.
3569
Me encanta la idea! xD
fauve
Me parece de pésimo gusto y para nada en absoluto natural el integrar los juguetes sexuales en la decoración. Y ya con el nombre del artefacto, el colmo de la ordinariez. Quizás en casa de un gay declarado y sarasa elegante, simpático y con muy buen gusto pueda quedar bien: es el único sitio donde se me ocurre que pueda cuajar sin que parezca que hay que huir de la casa lo más rápido que nuestras piernas nos permitan porque estamos en el domicilio de un psicópata.