Aunque existen reglas para colocar los diferentes puntos de luz en ambientes cerrados, como el método de los lúmenes, se podría decir acertadamente que el grado de iluminación depende de cada persona, lo que a algunas pueden resultar molesto, para otras a veces es innecesario.
Dado que estos factores son bastante ambiguos, se hace necesario una clasificación más técnica para tener los conceptos claros.
El principal factor de la iluminación es la lámpara que se use. El tipo de lámparas para uso doméstico podría dividirse en por fluorescencia, halógenas y fluorescentes compactos. Las de incandecescencia cada vez se utilizan menos.
Para ambientes de trabajo se usan sobre todo de fluorescencia y halógenas de baja tensión.
Otro punto importante es el color. Para ello en interiorismo se usa el llamado rendimiento en color, medido en Índice de Rendimiento (IRC o Ra), que nos da la reproducción de una muestra de colores bajo un foco de luz: mientras más alto es este valor, mejor será la reproducción del color. Existen tres grupos de rendimiento, y uno especial. Un IRC mayor o igual a 85 nos da una apariencia de color fría (para industria principalmente y talleres de impresión); intermedia (escaparates, tiendas...) y cálida (hogares). El grupo 2 posee un índice menor de 85, en realidad, es el baremo que va de 70 a 85. Ese tipo de iluminación se divide en los mismos niveles de apariencia, y se usa para oficinas, principalmente, así como escuelas.
El grupo 3 posee un IRC menor a 70, se usa en ambientes marginales de interiores cuyo interés no radica excesivamente en la reproducción cromática.
El grupo S solo se utilizan para ambientes muy pobres.
Para dar un ejemplo de la importancia de esto imaginémonos una habitación de paredes blanquecinas, bajo luz incandescente, que es muy rica en el espectro infrarrojo, se acentuarán los tonos marrones de los muebles de madera y el resultada será un matiz amarillento.
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