A 28 de diciembre quien no ha puesto el árbol de Navidad seguro que ya no lo va a montar, por tanto solo nos queda admirar los que vamos viendo en casas de amigos y familia o por la calle, y buscar inspiración para el próximo año. Este fin de semana me ha tocado cumplir con uno de los ritos navideños por excelencia, las casi obligadas compras, que así dicho parece atractivo, pero no son sino horas y horas de vagar sin rumbo intentando dar con el regalo adecuado.
Y mientras paseaba por un concurrido centro comercial buscando bufandas y corbatas, que una ya no pretende ser original sino práctica, me encontré con este imponente árbol de Navidad hecho con sacos, y me dije: ¡esto hay que enseñarlo, hombre!
El árbol está hecho con varios sacos ensartados en un palo que van disminuyendo su tamaño a medida que gana altura para darle forma. En lo alto una estrella, para no dejar atrás las tradiciones y poco más, aunque seguro que unas bolitas cosidas en las esquinas de los sacos tampoco hubieran quedado mal.
La idea me encantó, quien ideara estos árboles merece premio, ya que resultan modernos y diferentes pero no dejan de tener un inconfundible aire a Navidad. En el centro comercial había varios modelos diferentes, que recubrían los sacos con distintos tejidos y materiales, pero este fue el que más me gustó de todos.
Se puede construir con materiales de desecho, utilizar plásticos o tejidos que ya no se usan, y es tan sencillo como coser tantas fundas de saco como pisos queramos que tenga el árbol. Se pueden rellenar con restos de papel o plástico, ropas viejas o arena, y una vez llenos solo hay que cerrarlos con unas puntadas. Conviene ensartarlos en un palo para que los sacos no se desmoronen, y por supuesto, el tamaño no tiene por que ser tan descomunal como el de la foto, podemos crear un pequeño adorno de mesa o un abeto que casi llegue hasta el techo de nuestra casa.
Realizando cada funda de saco de un color diferente tendremos un árbol muy alegre y colorista. Podemos jugar con un solo color con un resultado sobrio, o con varios estampados en un conjunto que recordará al patchwork, recurrir a los brillos dorados o plateados. El límite está en nuestra imaginación.
Realizándolo con plástico puede resistir perfectamente en el exterior, para los que tengan jardín en casa y gusten de colocar adornos fuera; esta idea dejará con la boca abierta a más de un paseante. Sin duda una idea para pensarla bien de cara a las próximas Navidades. Reciclaje y espíritu navideño a partes iguales.
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