Un paseo por el MoMA

Un paseo por el MoMA
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Nueva York; ciudad de contrastes, de negocios, de oportunidades, cuna del arte estadounidense y sede de muchos de sus mejores museos.

Alrededor de Central Park podemos encontrar el Metropolitan, el Guggenheim, el Museo de Historia Natural y, como no, la parada obligada para todos los amantes del diseño y la arquitectura, el MoMA; el Museo de Arte Moderno.

Más de una vez, viendo la tele, he escuchado frases como: “sus diseños se exponen en el MoMA” o “este objeto forma parte de la colección del MoMA”. Así que una vez allí, estaba intrigado por lo que me podía encontrar en su sala dedicada al diseño industrial, me imaginaba en el paraíso rodeado de las creaciones de los mejores artistas.

Tal vez demasiada expectación, pero veamos que da de sí un paseo por el MoMA.

Moma-botiquín

La verdad es que no podía empezar mejor, la primera pieza en la que me detengo me cautiva al instante. Se trata de un pequeño botiquín diseñado en 1992 por Thomas Eriksson. Original, práctico, sencillo y elegante. Un magnífico ejemplo de que cualquier objeto puede ser bello si se cuida su diseño.

No dejamos la medicina, porque lo siguiente que capta mi atención es un juego de lámparas que encajaría a la perfección en la sala de espera de una consulta. De nuevo un diseño original y cuidado, aunque está vez su función y su forma no están tan ligados, no deja de resultar atractivo.

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Estas lámparas tan curiosas iluminaron por primera vez el rostro de su creador, Cesare Casati, un día de 1968 y desde entonces alumbran el camino de aquellos que se adentran en el duro camino del diseño industrial.

La siguiente parada es un clásico entre los clásicos, el ventilador que concibió Peter Behrens en 1908 y que luego produjo AEG, para quien el arquitecto también ideó la Turbinen Fabrik, una nave industrial donde aplicó los conceptos del incipiente movimiento moderno.

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A pesar de que la estética pertenece a su época, las lineas son mucho más ligeras y está libre de todo ornamento. Es bello y sin embargo, estrictamente funcional.

Por último, como no, todos juntitos, una selección de los muebles que han marcado el diseño del siglo XX. Al llegar a esta parte de la exposición me sentí abrumado, mis ojos no sabían donde posarse y hasta un cosquilleo asomaba por la punta de mis pies.

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Delante de mí tenía varios diseños de Marcel Breuer, casi todos de la década de los 30; una mesa de jardín, la silla Wassily, una hamaca, las famosas mesas anidadas y una estantería divisoria. Sobriedad, elegancia y geometría describen con precisión a cualquiera de ellos. Como colofón, al fondo, el Chaise Lounge LC4 de Le Corbusier.

Tan sólo eché en falta algún mueble de Mies Van der Rohe, mi arquitecto favorito, y también mi querido Imac G4 “lamparita”, pero supongo que no se puede pedir todo.

Una magnífica exposición, sólo la punta del iceberg de la inmensa colección que atesoran, que no os debéis perder por nada del mundo si estáis de visita en la Gran Manzana.

Más información | MoMA
En Decoesfera | Los muebles del Dr. House

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