Aunque el calor sigue apretando y el frío aún tarde en llegar sacar las alfombras al exterior es tendencia para uso y disfrute en cualquier estación del año. En la actualidad los exteriores se han vuelto algo pobres, si sus suelos no se revisten con complementos textiles, parecen estar incompletos. En el mercado existen cantidad de alfombras realizadas con variedad de materiales y pese a que su venta disminuye en verano continúa estando activa. Entre ellas los más solicitados son los kílims confeccionados con multitud de hilos que se mezclan entre sí en vivos colores. Son tejidos a modo de tapiz que generalmente tienen un tamaño pequeño o mediano. Sus características principales: los motivos geométricos y la combinación de sus tonalidades.
Tejiendo
Siendo alfombras originarias de la península asiática de Anatolia han traspasando la geografía mundial embelleciendo casas y establecimientos públicos, llenándolos del encanto que Asia aporta decorativamente. Es curioso como se pueden ver expuestos en las casas más nobles y hasta las más humildes.
Hay versiones sustitutivas de los originales, mucho más económicos, pero claro, a su vez con menos valor artesanal. En la actualidad se elaboran tapetes en distintos países, como Irán, Afganistán, Turquía, India, Pakistán, China y Nepal, entre otros y existen varias técnicas para elaborar dichos tapetes. Una de sus técnicas base: prensar el tejido de tal manera que evita la incrustación de suciedad dentro de sus hilos. Así que hoy en día y con una versatilidad absoluta podemos disfrutar de ellos en interiores y exteriores, porches, jardines, terrazas, halls, sin miedo a que se estropeen. Los Kílims combinan con estilos totalmente distintos desde un el clásico pasando por eclético y otros más bohemios muy en boga.
Normalmente estas alfombras decorativas de tela tienen un escaso grosor por ello se complementan a la perfeccción con una decoración para exteriores. Su amplia gama de colores avivan los ambientes y se establece una conexión étnica con la riqueza cromática que tienen sus diseños y el mobiliario que las rodea. Un Kílim suele estar realizado con lana y algodón, teñidos con tintes naturales, pelo de cabra e incluso fibras naturales. Todos estos materiales han tenido un aporte funcional gracias a su flexibilidad y durabilidad, desde las ancestrales tribus nómadas, las cuales los utilizaban para revestir los suelos arenosos y no dejar pasar el polvo, para tapar el ganado e incluso como parte divisoria entre viviendas.
Encontramos modelos con fascinantes y excepcionales patrones como se pueden apreciar en las imágenes. La calidez que se produce cuando se colocan en zonas de exterior invitan a pasar las horas de sosiego o disfrutar de una velada con una confortable pisada. Un Kílim puede ornamentar tanto un suelo como una pared es una pieza artesanal que sirve para decorar cualquier rincón de la casa y en este caso los exteriores que tanto nos agradan, no hay estación del año que se les resista.
Fotos | Clickoferta
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