Dos veranos, con sus largos días de sol y sus cálidas noches, he resistido sin aire acondicionado en mi piso en la último planta de un pequeño edificio a las afueras de Valencia. Pero este año he sucumbido y, tentado por una oferta, me he comprado un aire acondicionado portátil.
Dudé mucho, y supongo que al igual que muchos de vosotros, me pregunté: ¿Merece la pena? ¿No será mejor ahorrar un poco y comprarse un aire acondicionado fijo, aunque sea baratillo?
Tras un mes de uso creo que estoy en condiciones de responder a esas dos preguntas con una canción: Depende, de que depende, de según como se mire todo depende…
Bromas aparte, la cuestión es que creo que para mucha gente —entre los que me incluyo— sí que puede resultar útil comprar un aire acondicionado portátil. Pero tienen una lista de pegas que pueden hacer descartar su compra, así que lo mejor es que responda a las preguntas que me planteé antes de comprarlo, para que os podáis hacer una idea si os interesa o no.
¿Enfrían de verdad?
Sí. Su funcionamiento es casi idéntico al de un aire acondicionado normal, solo que unificado en un sólo (y pequeño) aparato, que saca el aire caliente al exterior a través de un tubo que debemos colocar en la ventana. No son tan eficientes, porque el tubo emite calor en su recorrido hacia el exterior y el condensador (que es la máquina que suele estar fuera) usa el aire frío de la habitación en vez del aire caliente del exterior, pero consiguen enfriar con soltura una superficie solo ligeramente inferior a la que prometen.
Mi modelo, que tiene un precio de 300 euros (aunque lo compré de oferta por menos), asegura ser capaz de enfriar una superficie de entre 15 y 20 metros cuadrados. Lo suelo usar en el dormitorio y en el despacho, que tienen unos 12 metros cuadrados, y en ambas estancias la sensación de frescor es casi inmediata. En pocos minutos se alcanza una temperatura de confort de unos 24 o 25 grados. Sí que es cierto que no he conseguido que baje de 23 grados, pero eso es totalmente innecesario.
¿Son realmente portátiles?
Uno de mis mayores temores es que la instalación fuera engorrosa y el aparato difícil de mover, por lo que la supuesta movilidad —mi factor de compra principal— no fuera tal. La verdad es que, aunque pesa lo suyo, es fácil de desplazar gracias a las ruedas de las que dispone, y la instalación del tubo de extracción en la ventana es realmente sencilla, especialmente si se trata de correderas.
Es algo a tener en cuenta si vives solo y pasas tiempo seguido en varias habitaciones de tu casa: en el dormitorio por la noche, en el despacho por la mañana o en el salón por la tarde. Puedes llevarte el aparato allí donde lo necesites, ahorrándote tener que instalar aire acondicionado en todas esas habitaciones (o no hacerlo y pasar calor, claro).
¿Cuanto cuestan?
Hay modelos para todos los bolsillos. Desde los más económicos en torno a los 200 euros (que enfrían unos 10-15 metros cuadrados), hasta los más grandes que cuestan unos 600 euros y enfrían superficies de 30 o 40 metros cuadrados.
En mi opinión, solo tienen sentido los más baratos, porque a partir de 500 euros ya puedes conseguir un aire acondicionado normal (aunque sea de marca blanca), instalación incluida, claro que solo sirven para una habitación.
¿Gastan mucho?
Me temo que sí. Aún no me ha llegado la factura de la luz, pero como os he dicho, su sistema es menos eficiente que el tradicional y, además, no utilizan la tecnología Inverter —que regula el funcionamiento del compresor— por lo que siempre trabaja a toda potencia, apagándose cuando llega a la temperatura establecida y volviéndose a encender ésta vuelve a subir.
La idea, por lo tanto, es que su uso sea esporádico, durante los días o semanas que más calor haga. Si en vuestra casa hace calor de verdad y pensáis usar el aire de forma continuada varios meses al año o todo el verano, a la larga resultará poco económico.
¿Son ruidosos?
Mucho. Hay que tener en cuenta es como tener el compresor —el aparato exterior en los tradicionales— metido en casa, y eso hace ruido, en torno a los 50 o 55 decibelios, cuando lo normal en un aire acondicionado moderno es en torno a los 30 dB (que es lo que se considera el silencio). Se puede asemejar al ruido de un lavavajillas.
No obstante, es un ruido bastante constante y no muy desagradable, desde luego preferible a estar sudando en la cama dando vueltas sin poder dormir, aunque se agradece cuando llega a la temperatura indicada y se apaga.
En definitiva: ¿Merece la pena comprar un aire acondicionado portátil?
En mi opinión, si no te sobra el dinero y tienes la “necesidad” de enfriar más de una estancia en casa —de moderadas dimensiones— sí que te puede interesar comprar un aire acondicionado portátil. Más que nada porque cumple su función principal: enfriar, y lo hace por un precio moderado siempre que no abusemos de su uso y lo paguemos en la factura de la luz.
Sin embargo, si vas a utilizarlo de forma continuada, debes enfriar superficies más grandes o eres muy sensibles al ruido, lo mejor es que ahorres un poco y te pongas un aire acondicionado normal en la habitación que más uses, o donde te sea más necesario tener una temperatura de confort (para dormir, para ver la tele, para trabajar…)
Todo esto sin tener en cuenta que, aunque el aparato en sí es bonito, pequeño y discreto, el tubo camino de la ventana no es nada estético y, como se puede ver en mi dormitorio, no siempre se puede disimular con estilo.
En Decoesfera | Cómo funciona el aire acondicionado
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