Hace un tiempo Raquel nos hablaba de las ventajas e inconvenientes de utilizar una cama baja en el dormitorio. En el post nos planteaba sus dudas respecto al sentido práctico de estas camas, y creo que no está sola en sus razonamientos, ya que los lechos a ras de suelo son una opción muy moderna y atractiva pero no apta para todos los públicos.
Cuando me independicé pululé por varios pisos de alquiler. En algunos heredé cama, en otros tuve que ingeniármelas como pude, y al final terminé por comprar un colchón que iba conmigo de piso en piso, unas veces descansando sobre ese gran somier llamado suelo, y otras acomodado sobre una base adecuada. Entonces me gustaba dormir cerca del suelo, pero claro, en aquel tiempo los huesos no se resentían fácilmente, y levantarse o tumbarse en la cama era cuestión de segundos. Analicemos la conveniencia de una cama de este tipo según diferentes edades.
Bebés
Impensable. Desde el nacimiento hasta los cuatro años, es conveniente que los niños duerman en una cama suficientemente alta para poder ser atendidos por los padres con comodidad, que además deberá contar con unas protecciones adecuadas y seguras. En esa edad la cama no es un lugar de libre tránsito, sobre todo en los primeros dos años de vida, y una cama situada en el suelo facilitaría tener la los pequeños fuera de control.
Niños entre cuatro y doce años
Puede ser una opción a considerar, y de hecho, aunque no abundan, existen casas que proponen este tipo de camas como parte de una decoración imaginativa. El inconveniente es el espacio, ya que al tener la cama tan cerca del suelo se desaprovecha un gran espacio de almacenamiento y la posibilidad de contar con camas extra, pero para los pequeños seguro que es tentador y divertido tener una cama en el suelo, un lugar en el que a edades tempranas les gusta estar, ya sea para jugar, ver una película o charlar.
Adolescentes
Aunque flexibilidad no les falta para subir y bajar a su antojo, es posible que muchos prefieran una cama polivalente, que pueda convertirse en un sofá para recibir a los amigos, o que albergue una cama supletoria debajo.
Las habitaciones adolescentes suelen convertirse en apartamentos en miniatura condensados en muy pocos metros, en los que los chicos y chicas vuelcan su necesidad de privacidad para construir un mundo propio. Esto se traduce en muchas necesidades que cubrir, y una cama en el suelo, aunque puede responder al carácter rebelde propio de esta edad, no ofrece tantas posibilidades como una cama de altura estándar.
Jóvenes entre veinte y treinta años
Puede resultar una elección atractiva, una vez ampliados los horizontes y conseguido un espacio propio. Resulta una opción algo incómoda pero sugestiva, y en muchos casos este tipo de cama es el primer lecho que se compra tras dar el paso a la independencia. Hay que tener claro que no va a ser una cama para toda la vida, pero como aventura temporal puede valer.
A partir de los cuarenta años
Desengañémonos, los viejos rockeros nunca mueren, pero tienen la espalda hecha polvo. Así que si estamos ya en esa edad en la que empiezan a doler los huesos, es hora de regalar la vieja cama baja que tan buenos momentos nos ha dado a ese sobrino molón y moderno que acaba de alquilarse un garito.
Por no hablar de las edades avanzadas, en las que tener un lugar de descanso lo más ergonómico posible es una cuestión muy importante y a la que hay que prestar especial atención.
Imágenes vía | Coco Rina en Flickr, Limaoscarjuliet en Flickr, Apartment Therapy En Decoesfera | Una cama baja para el dormitorio, pros y contras
Ver 1 comentarios