Hace unos años comenzamos a ver en las tiendas un colchón del que muchos recelábamos, ya que su aspecto nos recordaba a la gomaespuma. Servidora, gracias a alguna que otra lesión de espalda, comenzó hace mucho tiempo un peregrinaje de colchón en colchón en busca de un descanso que aliviara el dolor. Y confesaré que encontrarlo me costó mucho tiempo y varios jergones, hasta que me decidí a probar el que, según decían, aliviaba presiones y colocaba la columna en su posición natural.
El primer contacto con el producto se produjo en unos grandes almacenes, a las órdenes de un atento vendedor que me obligó a tumbarme sobre el colchón durante un buen rato. La sensación de bienestar hizo que al final el dependiente acabara sugiriéndome que me levantara antes de la hora de cierre... Aún presa de la incertidumbre sobre el resultado a largo plazo, decidí comprarlo y en una semana ya lo tenía en mi casa.
La sensación al pasar de un colchón de muelles firme a un viscoelástico es muy extraña. Por una parte sientes que el cuerpo descansa de verdad, pero durante los primeros días, la sensación de ingravidez resulta rara. Al poco tiempo, una vez acostumbrados, se transforma en un descanso absoluto, un verdadero relax para la columna vertebral, y con ella, para todo el cuerpo.
Con los colchones de muelles nunca encontraba una postura cómoda y por la mañana mi espalda estaba rígida y dolorida. Descansando en Tempur, el sueño es reparador, es fácil encontrar postura sin malestar, y al despertar la espalda está relajada y sin rastro de dolor.
En numerosas ocasiones he escuchado decir que Tempur da mucho calor. No es cierto, no aporta más calor que otro colchón, es una confusión que surge a raíz de sus propiedades termosensibles. Esto quiere decir que el peso y el calor del cuerpo hacen que Tempur se vuelva más blando para adaptarse al contorno del cuerpo.
Otra de las ventajas de este material, es que absorbe el movimiento, de manera que al dormir dos personas en una misma superficie, si una de ellas se mueve, la otra no lo nota en absoluto.
El colchón se presenta cubierto de una funda de velour, una especie de felpa elástica y suave de algodón y poliéster. La funda se extrae fácilmente mediante una cremallera, sin necesidad de mover el colchón. Un detalle a agradecer, ya que por las características del material, la pieza tiene un peso considerable. La funda se puede lavar a máquina a 60º sin perder sus propiedades.
El alto precio es una de sus desventajas, ya que exige un gran desembolso, pero sus propiedades terapéuticas y su garantía de hasta 15 años lo convierten en una gran inversión.
Después de cinco años de uso, no ha perdido ninguna de sus propiedades, procurando un verdadero descanso, que los maltrechos huesos de quien os habla agradecen a diario. Cuando toca viajar, separarme de él es una verdadera tortura, volviendo siempre dolorida y deseando reencontrarme con mi gigante viscoelástico.
Más información | Tempur
Ver 6 comentarios