Desengañémonos, cuando llega la Nochevieja nos encantaría tener unos salones de esos en los que hay eco, unas mesas de comedor tamaño estadio de fútbol, y una ingente cantidad de sillas uniformes en las que sentar a nuestros invitados.
Pero la realidad es que salvo algunas excepciones, todos hacemos lo imposible por sentar a nuestros entrañables allegados en los veinte metros cuadrados de siempre, reunidos alrededor de una mesa formada con tableros en la que la mesita redonda de la terraza tiene un gran papel, y lo mismo los sentamos en la silla del despacho con ruedines, que en el taburete de la cocina, ese que nos ayuda a llegar hasta el estante de los fideos.
Esto puede dar como resultado una mesa con un aire cutre y poco elegante, y en Nochevieja otra cosa no, pero nos sentimos como para hacer pirámides con bombones, adalides de la clase y el saber estar a la mesa. Os voy a dejar unos cuantos consejos para transformar un comedor descabalado en un salón versallesco en el que recibir al nuevo año como mandan los cánones.
- Si somos más de seis, seguro que tenemos que hacer alguna maniobra para unir mesas, y normalmente no suelen ser iguales ni en tamaño ni en forma. Para unificarlas de alguna manera, utilizaremos manteles de igual color y tejido, a ser posible que caigan hasta el suelo para disimular las patas y dar una mejor sensación.
- Podemos comprar una tela barata pero vistosa de doble ancho y utilizarla como mantel, de esta manera podremos cubrir las mesas por completo sin dejarnos un gran presupuesto. Hay tejidos que aceptan bien el corte, con los cuales podemos evitar realizar dobladillos y remates.
- Si al juntar las mesas va a quedar un escalón considerable, o resulta imposible casarlas por tener distintas formas, es mejor que no nos empeñemos en lo imposible, y pensemos que es mejor separarlas un poco que pegarlas la una a la otra. De esta manera, todos estaremos sentados a la mesa, ocuparemos prácticamente el mismo espacio, pero la sensación será mucho menos abigarrada. Una separación de solo diez centímetros ayudará a concebir cada mesa como una unidad con menos peso visual.
- Los bajoplatos nos ayudarán a dar un aire festivo a nuestra mesa, escogiendo todos en un mismo color, que haga un ligero contraste con la mantelería, y que será con el que juguemos en complementos como servilleteros u otros adornos. Existen bajoplatos de papel muy aparentes y económicos que serán nuestros mejores aliados.
- Unificaremos las sillas con fundas improvisadas realizadas de nuevo con tela comprada por metros. Tan solo hay que cubrir cada silla, anudar con un lazo en el respaldo a la altura del asiento, y cortar el tejido que sobra a ras de suelo. Por supuesto, guardaremos estas fundas de un año para otro, y si tenemos tiempo, las iremos rematando con un dobladillo.
- En cada una de las mesas colocaremos un centro de mesa discreto e iluminaremos con velas de té colocadas en pequeños vasitos. En estos casos en los que hay que fingir el glamour, la penumbra es una buena aliada, y la luz de las velas, apoyada por una iluminación tenue de fondo, nuestra mejor amiga.
- Colocaremos la vajilla, cubertería y cristalería con el mismo mimo que si fuera la de la Familia Real Inglesa, bien ordenada y medida, un equilibrio que contribuirá a una imagen final muy apetecible.
No nos engañemos, no se la vamos a dar a nadie con queso, pero seguro que nuestros invitados se sentirán muy bien agasajados con nuestros esfuerzos, y no cabe duda de que consiguiendo un entorno más ordenado y estético recibiremos mucho mejor el año nuevo.
Imágenes vía | Karindalziel en Flickr, Marta_chapa95 en Flickr, Hohumhobo en Flickr En Decoesfera | Trucos para disponer de mesas extra en las comidas de Navidad
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