En una comunidad de vecinos, cada detalle cuenta. Por eso, es mejor tener todo en orden que cualquiera de tus casas colindantes se quejen de cualquier error, fallo o discusión que pueda haber en las zonas comunes. Pero, ¿quién no ha visto la bicicleta de su vecino aparcada en el rellano durante días? ¿O el típico vecino que utiliza este espacio común de trastero personal?
Los rellanos, pasillos y zonas comunes de una comunidad de vecinos son, en teoría, lugares de paso. Sin embargo, en muchas fincas se convierten —sin querer— en armarios improvisados: bicicletas apoyadas en la pared, carritos de bebé aparcados “solo un momento”, macetas que crecen más allá del felpudo… Un pequeño gesto que, aunque parezca inocente, puede vulnerar la Ley de Propiedad Horizontal y alterar la convivencia y la estética del edificio.
El rellano: un espacio de tránsito, no de almacenamiento
La Ley de Propiedad Horizontal es clara. De hecho, el artículo 9.1 establece que todo propietario debe “respetar las instalaciones generales de la comunidad y demás elementos comunes, haciendo un uso adecuado de los mismos y evitando en todo momento que se causen daños o desperfectos”.
Esto significa que los rellanos, pasillos y patios están destinados exclusivamente al tránsito y acceso a las viviendas, y no pueden utilizarse como zonas de almacenamiento ni para depositar pertenencias personales. Dejar una bicicleta o un objeto voluminoso en estos espacios no solo entorpece el paso, sino que también afecta la estética y la seguridad del edificio.
Desde el punto de vista decorativo, los espacios comunes son la carta de presentación de un edificio. Un rellano despejado transmite orden, armonía y cuidado colectivo, mientras que los objetos acumulados generan una sensación de abandono y desorden. Además, los elementos mal ubicados pueden obstruir rutas de evacuación o dificultar el acceso a personas con movilidad reducida, lo que convierte un gesto cotidiano en un posible riesgo.
Por eso, cada vez más comunidades apuestan por diseñar zonas comunes limpias, luminosas y funcionales, donde la decoración —si la hay— sea consensuada y aporte valor estético sin comprometer la funcionalidad ni la normativa.
¿Qué hacer si un vecino deja su bicicleta en el rellano?
Si un vecino decide aparcar su bicicleta en el rellano de forma permanente, los demás propietarios tienen derecho a exigir su retirada. Lo más recomendable es actuar con tacto. Es decir, hablar primero con el vecino afectado y recordarle la norma. Si el problema persiste, la comunidad puede intervenir a través del presidente o del administrador, y en último término, llevar el asunto por la vía legal.
Es importante destacar que, aunque la Ley esté del lado de la comunidad, ningún vecino debe retirar ni manipular objetos ajenos por iniciativa propia. Lo correcto es proceder mediante los cauces comunitarios y documentar la situación en actas o comunicaciones formales.
La armonía también se diseña
No obstante, la propia Ley de Propiedad Horizontal contempla excepciones. Existen supuestos en los que la ocupación de los elementos comunes está permitida de manera temporal y justificada. “Durante el tiempo que duren las obras y actuaciones que resulten necesarias para garantizar los ajustes razonables en materia de accesibilidad universal... así como para los trabajos y obras que resulten necesarios para el adecuado mantenimiento y cumplimiento del deber de conservación del inmueble y de sus servicios e instalaciones comunes.”
Más allá de la norma, mantener los espacios comunes despejados es una cuestión de convivencia y estética. Un edificio cuidado refleja respeto entre vecinos y un compromiso con el entorno compartido. Decorar con gusto y equilibrio es mucho más que elegir un color de pared o una planta decorativa: es también respetar los espacios que unen a todos.
Imagen de portada | Pexels
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