Después de leer la trilogía del País de la nube blanca de la alemana Sarah Lark, nunca hubiera dicho que esta construcción estaba en el país de los maoríes, y es que a veces la literatura consigue que tengamos una idea romántica de lugares lejanos, como es en este caso Nueva Zelanda.
La edificación, observada desde el exterior, es más una obra de arte contemporáneo que un hogar. El proyecto es del Estudio de Arquitectura Chesire (Pip y Nate) y ha recibido el premio de Arquitectura del Instituto de Nueva Zelanda, galardón máximo en aquellos lares, entre otros.
Está clara la influencia de Louis Kahn y Le Corbusier en esta casa que cuenta con cuatro dormitorios, todos con vistas de la bahía de Auckland y tres enormes cuartos de baño. Los materiales utilizados son sencillos y sin pretensiones, y han sido elegidos porla función que van a desempeñar.
Hormigón y ladrillo dan fuerza y forma a la estructura básica de la casa, y las enormes superficies de vidrio se utilizan abundantemente tanto en ventanas como en puertas interiores, dando la sensación de un gigantesco loft.
Las esculturas de piedra campan a sus anchas entre las estancias. donde llama la atención un gran comedor, con capacidad para doce comensales con un mueble aparador de los años cincuenta que se lleva todo el protagonismo.
Hay dos zonas de estar al aire libre. En la parte delantera de la casa hay un jardín con vistas a la famosa isla Rangitoto y amplias vistas al Océano Pacífico. Una descomunal terraza plana en el borde del acantilado termina en una piscina desbordante, donde se ha buscado la ilusión de ser continuación del mar,con una cómoda terraza al lado para tomar el sol junto a la piscina o reponer fuerzas después del ejercicio.
En contraste con el ladrillo visto y el hormigón de los muros de los dos salones y la sala de arte, los suelos son de un cálido parquet de roble americano y las paredes de la biblioteca/estudio son de madera de arce americano de la firma Hayden y Rollett.
La decoración, acorde con la arquitectura es liviana y muy atemporal. Grandes sofás en tonos neutros, pocos objetos, pero bien escogidos y sillas de diseño por todas las estancias. Sólo un cabecero en una de las suites deja entrever en que parte del mundo nos encontramos, ya que tiene claras reminiscencias maoríes, por diseño y fabricación.
La villa cuenta con una zona spa con piscina climatizada e instalaciones de entretenimiento, como sala de cine, teatro o bodega se encuentran en un área separada más íntima. El garaje tiene capacidad para seis coches.
La zona de servicio tiene una enorme cocina, sala de plancha y lavadero. Además de los dormitorios y su propio comedor.
Esta vivienda tan espectacular está en Auckland, como podía estar en cualquier lugar del mundo. Es un fantástico trabajo de arquitectura/ arte, que cambia totalmente mi percepción de la arquitectura en el país de la nube blanca.
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