Oculto tras una estética detenida en el tiempo, este piso de los años 80 guardaba un enorme potencial bajo un manto de azulejos estampados, suelos conocidos popularmente como “de mortadela” y un grave problema de humedades que amenazaba tanto la estructura como la funcionalidad del espacio.
Además, el color de las paredes y la distribución en general de toda la casa disminuía el espacio vital para su día a día. Hoy, tras una reforma integral, se ha convertido en un ejemplo impecable de cómo actualizar una vivienda antigua siguiendo las tendencias más buscadas del interiorismo contemporáneo.
Un baño atrapado en otra época
Al entrar en el baño original, lo primero que llamaba la atención era el abrumador revestimiento de azulejos con motivos repetitivos, típicos de finales de los años 70 y principios de los 80, combinado con un suelo geométrico aún más recargado. El espacio resultaba estrecho y poco funcional, y el deterioro del techo evidenciaba humedades que habían ido ganando terreno durante décadas.
La reforma apostó por una transformación total: se sustituyeron los revestimientos por materiales más neutros y luminosos, se reorganizó la distribución para mejorar la ergonomía y se integró iluminación cálida en puntos estratégicos para crear un ambiente más amable y contemporáneo. El objetivo fue borrar la sensación de túnel estrecho y devolver al baño una presencia actual, acogedora e incluso un poco atrevida.
Una cocina que renace como corazón de la casa
El antes y después de la cocina es, quizá, la parte más impactante de la reforma. La cocina original se presentaba como un espacio saturado, azulejos con patrones circulares, mobiliario envejecido, fluorescentes fríos y una distribución que rompía completamente el flujo de trabajo. Era la clásica cocina funcional de los 80, pensada para “encerrarse” en ella, no para disfrutarla.
La nueva propuesta rompe por completo esa lógica. Ahora la cocina abraza una estética minimalista y cálida con muebles en gris mate, elegantes y atemporales. Encimeras oscuras que aportan contraste y profundidad fundido en una madera natural, que introduce calidez y equilibrio.
Se han de destacar las luminarias modernas suspendidas, capaces de convertir la isla en un punto de encuentro y lo electrodomésticos integrados o en acero inoxidable, que refuerzan la sensación de continuidad.
La presencia de una isla convierte este espacio en el nuevo núcleo social de la vivienda: un lugar para cocinar, charlar y reunirse, totalmente opuesto al espíritu aislado de la cocina original.
Un salón más luminoso
La línea decorativa inicial del piso representaba fielmente la estética de su época: patrones recargados, poca luz natural aprovechada y revestimientos que priorizaban la durabilidad por encima de la estética. Todo ello terminó generando ambientes oscuros y visualmente saturados.
La reforma del salón apuesta por una tendencia clara: el minimalismo cálido, con muebles mínimos pero esenciales, una televisión suspendida de la pared y una tarima de madera que sustituye a la antigua mortadela. Superficies continuas, colores neutros, iluminación estratégica y elementos en madera crean ambientes mucho más armoniosos y contemporáneos.
Fotografías | Vía @transformadecoracionyreformas
En Decoesfera | Adiós al alicatado: Cómo ahorrarte entre 1500 y 2000 euros al renovar la cocina, según este experto en reformas
En Decoesfera | Era una cocina apagada de los años 70: con unos sencillos trucos hoy es una cocina llena de color
Ver 0 comentarios