No se me ocurre mejor manera de empezar el año que con esta vivienda unifamiliar se ubica en la antigua aldea de la Cerdanya en Lleida, rodeada de bosques y con espectaculares vistas al parque natural del Cadí y el Valle de la Cerdanya. El pueblo comenzó a rehabilitarse hace quince años y, desde entonces, son ya cinco las casas reconstruidas.
Con su proyecto de reforma, Dom Arquitectura se propuso construir una casa con elementos tradicionales y, al mismo tiempo, conseguir que resultase actual y ofreciese una atmósfera acogedora. El principal objetivo de la intervención era integrar plenamente la construcción en su privilegiado entorno rural, respetando las formas y los materiales tradicionales de la zona.
Los materiales se limitan a la piedra autóctona de la fachada, la teja cerámica manual, y la madera de pino de la estructura de muros y cubierta. A ellos se suma el hierro, un material polivalente al que se recurre para resolver encuentros y detallar mejor los acabados. Así, en el exterior se aplica en marcos y canalones, y en el interior en luminarias, chimenea, escaleras y otros remates.
El proyecto propone una planta en forma de L, con dos alas perpendiculares que acogen las zonas de día y noche. La primera, totalmente abierta, se orienta al sureste, y la segunda, más compartimentada, al suroeste. El revestimiento de piedra de la fachada presenta dos retranqueos en las zonas de las habitaciones y el porche, ambos revestidos con madera exterior para resaltar la importancia de este material. Lo mismo sucede en el acceso desde la calle en la primera planta. 
La madera acapara todo el protagonismo en el interior de la casa: paredes y techos se revisten con plafones de abeto, y el suelo se cubre con parquet flotante de roble natural cepillado. De esta forma, utilizando un solo material tratado de diferentes maneras, se resuelven gran parte de las soluciones y acabados. La zona de día acoge, en un espacio amplio, abierto y visualmente continuo, la sala de estar, el comedor y la cocina. En ella el mobiliario ayuda a crear estancias semi recogidas, formando áreas acogedoras típicas de una vivienda de montaña.
En la cocina, la elección del modelo LINE Negro Seda LAH de Santos resulta totalmente coherente con la principal directriz del proyecto: crear un ambiente atemporal, en el que los elementos tradicionales convivan armónicamente con otros contemporáneos. Los muebles de diseño minimalista, con frentes lisos y oscuros, se integran sin estridencias en los altos tabiques revestidos de madera, definiendo un espacio con carácter y personalidad sin restar espacio útil.
La proyección de la cocina busca aportar la máxima capacidad y funcionalidad sin sobrecargar el espacio. Los muebles se distribuyen a partir de una gran isla que, además de una amplia superficie de trabajo, ofrece múltiples soluciones de organización y almacenaje. En paralelo a la isla se dispone un lineal de muebles que, en su parte central, reúne las áreas de cocción y fregado, conformadas por un portafregadero y dos módulos portaplaca con cajones de extracción total y gran capacidad.
Formando una L con este lineal, el segundo bloque de muebles agrupa una columna con estantes, otra de servicio, tres cajoneros y tres módulos altos de apertura lateral. Su configuración genera una hornacina para colocar pequeños electrodomésticos y funcionar como zona de desayunos. Detrás de la cocina se ha habilitado una zona de lavandería, amueblada con un diseño ARIANE Blanco Perla de Santos.
La organización de la zona de estar parte de un concepto clave: preservar el momento de recogimiento familiar que representa la tradición de reunirse alrededor del fuego. El salón, presidido por una chimenea, se equipa con sofás y butacas de Joquer, una mesa central cuadrada, una alfombra de Forghani y lámparas de Marset y Santa & Cole. El comedor se dispone a continuación, conformado por un banco, una mesa y una lámpara de mimbre de Dom Arquitectura, y sillas de Pilma.
El pasillo de acceso a los dormitorios es un espacio estrecho y alto. Para dotarlo de vida, se plantea un gran lucernario corrido que lo inunda de luz natural. Al estar enterrada, la pared de este corredor se trata con arcillas naturales que ayudan a controlar la humedad.
La zona de noche incluye tres dormitorios infantiles exactamente iguales, pensados para los tres hijos de la familia. Dos de estas habitaciones se han unificado puntualmente, generando una estancia más amplia en la que los niños, todavía pequeños, pueden jugar y dormir juntos. La habitación restante se destina a invitados y, al fondo del ala, se sitúa la suite principal.
Los lavabos se incorporan a los dormitorios, conservando como parte cerrada la ducha y el inodoro. En la habitación principal, una ventana más baja permite observar el paisaje mientras se disfruta de un relajante baño. Los lavabos se incorporan a los dormitorios, conservando como parte cerrada la ducha y el inodoro.
¿Qué os parece nuestra primera casa de 2019?
Fotos | Jordi Anguera
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