Una pareja decidió reformar su dúplex en París tras la marcha de sus hijos: este es el espectacular resultado

La reforma de esta vivienda de 115 m2 destaca por el juego de volúmenes, el color y la luz

Este dúplex de 115 m2 reparte sus metros en las dos últimas plantas de un edificio prehassmaniano de más de 200 años del barrio parisino de Le Marais. La reconocida arquitecta Manuelle Gautrand ha sido la responsable de una reforma cuyo objetivo principal fue llevar el flujo de luz natural lo más lejos posible para que alcanzara a todos los espacios.

Según la propia Gautrand, en París es fácil caer en la oscuridad y en una especie de desconexión con los elementos de la naturaleza. Pero como ella se crio en Marsella "estoy particularmente apegada a las cualidades de color y luz natural".

Y estas dos cualidades. Color y luz, son de hecho lo más llamativo del apartamento después de su intervención. El dúplex es propiedad de una pareja que llevaban mucho tiempo viviendo en él con sus dos hijos. Al independizarse éstos decidieron reformarlo y acondicionarlo a su medida.

Una casa muy compartimentada

Antes de la reforma, el apartamento estaba muy compartimentado, con estancias pequeñas y poco conectadas entre sí. El proyecto se centró en derribar paredes y reorganizar los espacios, creando una distribución más abierta que favorece la entrada de luz natural, mejora la circulación y permite un aprovechamiento más funcional de cada rincón.

Claves de la reforma

El plan de Manuelle Gautrand surgió de las características preexistentes en el apartamento: una orientación  este-oeste con ventanas de gran altura y el hecho de que ocupaba el espacio bajo techo del edificio. La arquitecta propuso a los clientes aprovechar la ventaja que les daba estar en la última planta para crear una conexión visual con el cielo en París.

Las ventanas de doble altura en el este y las fachadas occidentales obligaban a tener un techo elevado en ambos lados pero  Manuelle Gautrand diseñó una entreplanta en el extremo occidental del espacio que alberga un dormitorio de invitados y se abre al vacío a través de las ventanas de estilo industrial.

En cuanto a su estilo, "queríamos romper con las ideas e imágenes de apartamento parisino burgués" señala la arquitecta. Se inclinaron más hacia lo  que le puedes pedir a una casa de vacaciones. Es una especie de "cabaña en la playa" gracias al uso del color y de los nuevos rincones que se abren al sol y al cielo.

Además querían crear algo que se inclinara más hacia una declaración artística más que histórica. "Hay una especie de ambivalencia y diversidad de ambientes dentro del proyecto que nos gusta " señalan los dueños.

Planta baja

En la planta baja llaman la atención los distintos volúmenes generados por el techo en cascada, que actúa como un elemento articulador entre la cocina, el comedor y la sala de estar. Este recurso permite que exista un flujo natural entre los espacios, al mismo tiempo que cada zona se define con claridad a través del uso cuidadoso del color y la selección de materiales, aportando identidad propia a cada área.

La planta se ha transformado en un espacio abierto, luminoso y elegante, donde la entrada de luz natural realza los detalles arquitectónicos y decorativos. Cada elemento refleja la pasión de sus habitantes por el arte y el diseño moderno, logrando un equilibrio entre funcionalidad, estética y confort que convierte el hogar en un entorno cálido, sofisticado y cuidadosamente pensado para el día a día.

La zona de estar, presidido por un gran sofá esquinero verde, actúa también como espacio expositor de las numerosas obras de los propietarios. Junto a las ventanas, se sitúa una pequeña mesa de bar para dos, que se convierte en un rincón perfecto para disfrutar del sol y de las vistas de manera más informal.

Al otro lado de la planta se encuentra la cocina que también se abre hacia arriba aunque no tanto, porque el dormitorio principal se encuentra encima. Estas variaciones en la altura de los techos genera cambios de volúmenes y sirven como pozos de luz durante todo el día.

De una manera intencionada y para generar un contraste deliberado, la entrada al dormitorio y al vestidor es un como un pasadizo estrecho  panelado con madera oscura. Se ha llenado este espacio de objetos curiosos y máscaras tribales reforzando el contraste.

El comedor se sitúa como un espacio intermedio entre la cocina y la zona de estar, funcionando como nexo de unión entre ambas áreas. El techo más bajo sobre esta zona aporta una sensación de intimidad y define el comedor sin necesidad de separar visualmente los ambientes.

En el centro, la mesa Tulip de Saarinen, con su elegante sobre ovalado de mármol, preside el espacio y establece el tono del conjunto. Acompañándola, las sillas 'Vik' de Thibault Desombre combinan diseño y comodidad, completando un ambiente equilibrado donde el estilo contemporáneo se integra con la funcionalidad del día a día.

La cocina, pensada para fomentar una convivencia relajada, combina funcionalidad y estética a través del uso del travertino, un material de gran presencia y durabilidad. La isla de cocina, realizada en este material, se concibe como un elemento versátil que puede moverse con facilidad, adaptándose a distintas necesidades y flujos dentro del espacio.

Además, las superficies de travertino se extienden a lo largo del perímetro de la cocina, unificando visualmente el conjunto y aportando continuidad al diseño. Este uso del material no solo refuerza la elegancia del ambiente, sino que también garantiza resistencia y practicidad en las zonas de trabajo más exigentes.



Planta segunda

Aprovechando el activo de luz natural, en el segundo piso Manuelle Gautrand dibujó lo que ella describe como un "corredor continuo e ininterrumpido del cielo" que extiende toda la profundidad del edificio.  "El objetivo era crear una franja de luz natural, a través de la cuál se percibe la influencia del sol, ya sea el blanco frío luz de invierno o verano cálido, que proyecta su sombra e influye en el interior, tanto arriba y abajo, durante todo el día."

Esta pasillo o tragaluz de luz natural en la planta alta requería de una solución especial para las escaleras, para que estas no supusieran una limitación a la luz. Por eso amplio su hueco para que recibiera la luz del  tragaluz.

Aquí la arquitecta también jugó con el color. Aplicó el "el color del sol" como Manuelle Gautrand bajo el tragaluz. La cualidad de este amarillo provoca que la luz de todo el apartamento está influenciado por la refracción de la pared amarilla. "Es una especie de tipo de sol artificial ".

El rosa para la escalera se inspiró en el suelo de resina original del apartamento, un color con el que los propietarios estaban particularmente apegados, y el verde que se distribuye en numerosos detalles por el apartamento es una referencia directa a las plantas y la naturaleza.

En el dormitorio se ha buscado intencionadamente una simplicidad muy zen que invita a la calma y a relajarse.

El cuarto de baño también sorprende por su aspecto lujoso. Está revestido por un mármol digno de un palazzo italiano. El el marrón es el color elegido para superficies verticales y el mármol blanco para las superficies horizontales. Destaca el aplique los 70 que da un toque inesperado al espacio.

Con esta reforma, claramente alejada de la estética habitual de los apartamentos de aires burgueses del centro de París, la arquitecta logró transformar la vivienda en un espacio completamente adaptado a las necesidades y estilo de vida de sus propietarios. Cada intervención, desde la reorganización de los espacios hasta la elección de materiales y mobiliario, busca facilitar la convivencia diaria y dotar al hogar de una atmósfera moderna, funcional y acogedora.

El resultado es un apartamento que combina elegancia discreta con practicidad, donde cada rincón responde a su uso real, sin recurrir a ornamentos superfluos, y refleja una sensibilidad contemporánea que conecta con la personalidad de quienes lo habitan.

Vía Manuelle Gautrand Interiors. Imágenes de Gaelle Le Boulicaut 

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