Elegir casa es una de las cosas más arduas y complicadas que existen. No sólo por la cantidad de factores importantes que intervienen, sino por la implicación que una decisión u otra conllevará en nuestras vidas.
Con esta serie de posts voy a tratar de dar respuesta a las dudas e inquietudes que nos acecharán durante el proceso. Explicaré los principales elementos a tener en cuenta y cómo estos nos afectarán una vez estemos instalados en nuestro nuevo hogar.
Para empezar, las dos preguntas básicas: ¿Dónde quiero vivir? y ¿Cuánto me puedo gastar? Ambas están muy relacionadas, pero de una forma mucho más compleja de lo que en un principio puede parecer.
La primera decisión que se debe tomar es dónde se quiere vivir, pero no me refiero a un lugar en concreto, sino a en que tipo de espacio, ya sea urbano o rural, vamos a ubicar nuestra nueva residencia. Veamos que opciones hay y cómo éstas están estrechamente vinculadas al coste de la casa y de la vida.
En el espacio urbano podemos encontrar, además del casco histórico, el ensanche, los barrios residenciales y el espacio periurbano, que incluye tanto las urbanizaciones residenciales como las ciudades dormitorio. Por lo que respecta al espacio rural, se puede dividir toscamente entre vivir en un pueblo o en una villa aislada.
Tras esta breve aproximación, es interesante analizar cómo afecta esta decisión al aspecto económico.
Por norma general, el precio de la vivienda desciende de una forma no lineal a medida que nos alejamos del centro de la ciudad, volviéndose a encarecer en las zonas de chalets y en los centros de los núcleos urbanos satélites. Aunque esto se puede ver afectado por multitud de factores como pueda ser la proximidad al mar o un casco histórico degradado, sirve para hacernos a la idea de que cuanto más lejos, más barato, si bien llegado cierto punto el precio no desciende significativamente.
Un aspecto a tener muy en cuenta son los costes repercutidos, es decir, cuánto me va a costar vivir en un sitio determinado. El punto que más influencia tiene es el transporte, cuanto más lejos estemos de nuestros centros de trabajo y lugares de ocio, más gastaremos, en tiempo y en dinero.
Es algo que no debemos tomar a la ligera, pues lo que nos ahorremos por un lado nos puede salir caro por el otro. Mantener un vehículo o dos implica multitud de gastos; gasolina, reparaciones, seguro y no nos olvidemos del hecho de que también hay que comprarlo. Si nos los ahorramos o los reducimos, podemos dedicar esas cantidades a pagar una hipoteca mayor.
Así pues, es importante encontrar el equilibrio entre una distancia que haga asequible la vivienda y una que no condicione nuestra movilidad.
En el próximo post entraré en detalle con las ventajas e inconvenientes de cada una de las diferentes zonas y más adelante trataré de abarcar aspectos como la distribución, el estilo, la orientación y la ventilación.
En Decoesfera | Elegir el estilo de tu casa: cosas que debes tener en cuenta