Sienna Miller es una habitual de las portadas, una actriz a la que se conoce más por sus campañas publicitarias, sus estilismos y sus vaivenes amorosos, que por su trabajo en la gran pantalla. En estos días su casa de Londres sale a la venta, acosada por los paparazzi no ha tenido más remedio que deshacerse de la propiedad, una casa demasiado expuesta que ha sufrido algún ataque en los últimos tiempos.
La casa de Sienna Miller cuenta con algo más de 600 metros cuadrados divididos en cuatro irregulares plantas. La planta baja, un amplio espacio diáfano en el que se emplazan el salón, la cocina y el comedor, está a pie de calle y tiene un acceso directo, sin recibidor, de manera que parte de la vida en la casa se distingue desde el exterior al abrir la puerta. Una casa poco adecuada para alguien que vive con los fotógrafos siguiendo sus pasos a diario.
La cocina ocupa el fondo de la planta baja y se beneficia de la luz cenital que entra a chorros por la claraboya. Las paredes blancas, una constante en las tres plantas superiores, reflejan generosamente la luz en un espacio amplio y de líneas puras estructurado alrededor de una escalera que se transforma durante su ascenso.
La zona de estar está distribuida en torno a una chimenea sin ornato alguno, apenas un agujero limpio sobre la pared, y se resuelve con dos sofás de diferentes estilos. Una colección de faroles marroquíes se suspende sobre ellos, mientras que un recargado espejo rompe con la monotonía junto al fuego, cerca del cual encontramos una bancada de obra con una zona de asiento.
Llama la atención una cornamenta que se expone en la pared, que sin querer hacer chanzas ni perversas asociaciones de ideas, solo diremos que aporta un tono un tanto macabro.
El suelo, de color claro, está libre de alfombras y resalta aún más ese aire neutro que envuelve este hogar en el que son pocas las pinceladas de color, apenas unos tonos azules y grises en un espacio en el que la columna central adquiere un protagonismo especial, una trazo de color entre un universo blanco.
En la primera planta encontramos un único dormitorio al que se accede a través de una pasarela, continuación de la escalera que es el alma de la casa. Gran parte de esta zona, en la que está situado el estudio, está abierta al salón. Una estantería suspendida ordena una colección de sombreros, y junto a ella vemos un detalle del dormitorio, presidido por una cama de hierro en tonos claros.
Una pequeña terraza privada a la que se accede a través del dormitorio completa el espacio en esta planta. Unos pasos más arriba a través de la escalera se accede a un pequeño dormitorio con baño incorporado,
En el sótano se encierra una sorpresa: un baño turco que heredó del anterior propietario y que contrasta claramente con el resto de la casa. Una enorme bañera cubierta de mosaico y horadada en el suelo es el corazón de esta estancia, todo un centro de relax. En uno de los extremos se ha acondicionado un sauna junto a la ducha y el cuarto de baño.
Las paredes de color cálido acogen dos zonas de estar rematadas por sendos arcos. En una de ellas vemos un enorme sofá, perfecto para una interminable lucha de almohadas. Nunca había visto tanto cojín junto...
Una casa diferente, quizá un tanto atípica para una estrella tan conocida como Miller, céntrica y poco discreta, detalles que al final, según parece, le han terminado por pasar factura.
Imágenes vía | The Real Estalker, My Deco En Decoesfera | Casas de famosos