Tras romper con la modelo de Victoria's Secret Erin Heatherton, parece que Leonardo di Caprio tiene ganas de deshacerse de alguna otra cosa en su vida, y vende su preciosa mansión en Malibú, compuesta de una casa principal, una de invitados y un pequeño loft, todo en una parcela de más de dos mil metros cuadrados frente a una preciosa playa privada.
El actor adquirió la mansión allá por el 2002 por unos cinco millones de dólares, y tras renovarla completamente, ahora pide unos 20 millones de dólares por ella, una vez frustrados sus intentos de alquilarla por unos 12.000 euros al mes. Mientras trata de venderla, nosotros nos hemos colado a ver cómo la tenía decorada.
Pero antes de entrar a cotillear, dejadme que me recree un poco en la maravillosa ubicación de la casa, tanto por sus magníficos jardines como por las espectaculares vistas del Océano Pacífico. Además, su orientación sur (Santa Mónica y Malibú están orientadas al sur) hace que tenga sol todo el día.
Muchos de nosotros nos conformaríamos con un trocito de las múltiples terrazas con vistas de la playa que tiene la casa, pero está claro que a veces el sol no brilla igual para todos. Veamos que nos espera en el interior.
La decoración del salón y del comedor es discreta y nada ostentosa. No renuncia a ese neocolonialismo típicamente estadounidense, pero las estancias no resultan excesivamente sobrecargadas. Es probable que porque ya no vivan allí, o simplemente porque era una casa en la que no Leo no pasaba mucho tiempo durante el año.
En la cocina encontramos la habitual isla gigante con suficiente espacio y fuegos como para cocinar en una boda, y una de esas neveras en las que podría estar congelado perfectamente Walt Disney. No me entusiasma excesivamente la combinación de colores (ceniza y mármol crema), pero me gusta que no se haya abusado de las molduras.
El dormitorio principal sufre lo que yo llamo el síndrome Los Sims, habitaciones tan grandes que son imposibles de amueblar adecuadamente. La cama, que debe de ser de dos metros de ancho, se pierde en la inmensidad de la estancia.
Estoy seguro que muchas de nuestras casas caben en ese dormitorio, que para mis inri tiene acceso a una de las terrazas con vistas al océano Pacífico. Por cierto, ¿alguien adivina de qué es el suelo? porque parece una especie de moqueta reticulada, como si fueran adoquines.
Me gusta más el diseño del resto de las habitaciones, así como de la casa de invitados. Las proporciones son más razonables y se ha optado por combinaciones de materiales más alegres y luminosas, con mucha presencia del blanco y el coral.
Ya para acabar, el espacio que más interesante me ha resultado: la cocina del loft. Un espacio sencillo, sin pretensiones, pero realmente acogedor gracias a los suelos de madera, el blanco de la cocina y los detalles de color en la puerta y en las alfombras.
Parece mentira que de toda la magnífica mansión de Leonardo di Caprio en Malibú me quede con la cocina de una de las casas auxiliares, pero es que nunca me han entusiasmado los espacios excesivamente grandes y fuera de escala. Aquí en cambio, me encantaría cocinar mientras charlo con mis invitados.
Vía | Trulia Luxe Living Foto | Wikimedia Commons Más información | Areté States En Decoesfera | Casas de famosos: Naomi Campbell y su nueva mansión futurista
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