¿Se puede poner precio al paraíso? Parece que sí. Porque esta casa en Formentera diseñada por Philippe Stark a mediados de los años noventa se acerca mucho a lo que podría ser un paraíso terrenal.
Esta espectacular vivienda que se "esconde" en medio de un campo de sabinas en Formentera ha sido, durante muchos años, la residencia de verano del genial diseñador francés.
Sus muros rojizos de estuco veneciano no impiden el acceso al paisaje y a las impresionantes vistas al mediterráneo que se disfrutan desde la casa de una manera natural. Porque todo en la casa tiene un aire muy primigenio, como si participara en el terreno y en la isla de manera casual.
Con un terreno de 37.000m2 además de la casa principal el terreno incluye una casita de invitados. El complejo cuenta con casi 400 m2 construidos que se distribuyen en seis dormitorios y seis baños completos.
Según la descripción de la inmobiliaria Ibiza Sotheby´s que comercializa la casa la casa es "Silenciosa, acogedora pero arraigada a sus raíces y fundida con la naturaleza y según explica el propio Stark “busca su referencias en la arquitectura de la isla de Capri, concretamente en la Casa Malaparte”.
Su ubicación y extensión determina el precio de la propiedad pero el interior es una sorprendente mezcla entre la sencillez del mobiliario y de los accesorios y cierto abigarramiento "controlado" que pondría los pelos de punta a Marie Kondo.
La parte del estar se parece más al taller de un artista que el salón de una gran casa. No parece difícil en ese entorno imaginarse al diseñador creando alguna de sus piezas más icónicas (el exprimidor, las sillas Ghost...)
No encontrarás, sin embargo ninguna de ellas en su interior, al menos no las conocidas pero si miras con detalle si podrás reconocer algunas como la lámpara Miss K editada por Flos sobre la mesita de noche o las tulipas de las Romeo Babe que pueblan el salón/ cocina/ estar/ taller.
La naturalidad y la falta de lujo es la esencia del interior. Los muebles de madera con sillas de director o de safarí tienen la frescura propia de los muebles de verano. La casa da la sensación de estar muy vivida, un sitio en el que relajarse, leer o trabajar cómodamente, sin preocuparse en exceso por las cosas. Una casa que parece contener parte del universo creativo de Philippe Starck.
Un interior en el que todo tiene buena acogida desde los lujosos espejos venecianos a las cornamentas o elementos tribales, que parecen adquiridos en distintos viajes.
Este interior contrasta con el minimalismo del exterior donde los (pocos) muebles vuelve a tener la madera de protagonista y recuerdan a la estética y al estilo balines.
Estos muebles acompañan a otro de los grandes activos de la casa que es, sin duda la piscina de 100 m2 cuyo límite visual es el mar. Un sitio perfecto en el que disfrutar de los espectaculares atardeceres de la isla y si en invierno te quieres resguardar del frío tienes una enorme bañera bajo el porche para hacerlo. Otra manera de disfrutar de los auténticos lujos.
Imágenes e información Vía Ibiza Sotheby´s