Nos encanta descubrir casas con encanto. Casas que tienen algo especial, bien sea por su interiorismo, por su ubicació, por su arquitectura. Casas en las que nos encantaría vivir. Hoy, nos vamos hasta San Lorenzo de El Escorial, un encantador municipio de la Sierra de Madrid en la que se levanta Casa Levene.
La casa, situada en el Monte Abantos, en la parte más alta del pueblo, está totalmente rodeada de árboles. O más que rodeada, está integrada entre los árboles, ya que ha sido levantada aprovechando el espacio libre entre el arbolado para no dañar al bosque y que ha sido galardonada con el primer premio para International Aluminair en el 2007.
La casa lleva la firma del arquitecto Eduardo Arroyo, gracias al encargo de Richard Levene, arquitecto y fundador de la revista de arquitectura El Croquis. Tras el encargo, Eduardo Arroyo apostó por adaptar esta vivienda experimental al bosque centenario que rodea la vivienda, con la premisa de no talar ni un árbol durante el proceso de construcción de esta casa, respetando al máximo el entorno en el que se levanta.
De esta manera, la casa fue construida sin utilizar ladrillos y en seco con el fin de no dañar las raíces de los árboles, ni afectar a los acuíferos de la zona, construyendo la estructura metálica allí mismo en forma de brazos para ocupar el espacio libre que dejaban los brazos.
Cada uno de los brazos que forman la casa tienen diferentes plantas, articulando los espacios que conforman la casa en la búsqueda de la funcionalidad. De esta manera, la vivienda está distribuida en medias plantas que aprovechan los desniveles del terreno, y que conforme descienden, se encuentran con el salón con zona de bar, una cocina comedor con terraza propia y piscina interior climatizada, además de los dos dormitorios principales con un gran baño.
En el interior de la casa conecta con el bosque mediante las grandes cristaleras, que además reflejan los árboles que la rodean, haciendo desaparecer en cierta manera la vivienda en el propio bosque.
De cristales para adentro, el color es el gran protagonista. Por un lado, la zona más privada, la de las habitaciones, o la cocina, cuenta con suelos y paredes de epoxi en color azul, un color perfecto para relajarse.
En cambio, para las zonas más sociales de la casa, el color elegido es una cálida y alegre tonalidad naranja. Respecto a los muebles, muchas de las piezas de mobiliario fueron diseñadas especialmente para cada uno de sus espacios, para resaltar la singularidad de esta vivienda de 491 metros cuadrados que se ubica en una parcela de casi 1.400 metros cuadrados pensada para integrarse en el bosque.
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