La vivienda del músico y humorista Grison se presenta como un ejercicio casi radical de minimalismo, aunque no del tipo sofisticado o deliberadamente escandinavo.
Su piso parece más bien una caja blanca donde la funcionalidad manda y la personalidad brilla, curiosamente, por su ausencia. Las paredes completamente blancas, sin cuadros ni espejos, y los marcos a juego, refuerzan una estética desnuda que, lejos de buscar pureza formal, sugiere una vida práctica, despreocupada del diseño.
Blanco omnipresente
El recorrido por su casa deja la sensación de estar en un espacio todavía por construir, aunque claramente habitado. No hay una narrativa decorativa, ni intenciones estéticas reconocibles más allá del blanco omnipresente. No hay cortinas, plantas, ni elementos que suavicen la frialdad de los muros.
A cambio, se abren espacios llenos de juguetes, rastros de una vida familiar activa, donde los hijos parecen haber tomado el control del color y el movimiento.
No se trata de una casa vacía, sino de una casa sin pretensiones. La simplicidad del mobiliario —reducido a lo esencial— y la ausencia casi total de objetos decorativos refuerzan una idea de desapego visual que sorprende, sobre todo en una época donde la hiperpersonalización del hogar es casi norma.
El piso de Grison parece resistirse a la moda de los interiores “instagrameables”, optando por la comodidad sin artificios.
En este contexto de extrema sencillez, llama especialmente la atención la habitación principal. Aquí, por fin, hay un atisbo de cuidado estético (aunque desconocemos si se mantiene fuera de la colaboración pagada compartida por el músico).
El cabecero de la cama, de líneas limpias pero con cierto empaque visual, introduce un foco de atención inusual en la vivienda. Fabricado probablemente en madera o tapizado con tejido neutro, aporta una sensación de refugio.
Un toque textil
El textil de la cama, a rayas finas de un bonito color mostaza en tonos neutros, añade un toque de elegancia silenciosa al conjunto. Este tipo de ropa de cama suele encontrarse desde los 40 € en tejidos de algodón percal o lino lavado, favoreciendo una estética clásica sin perder comodidad. Las rayas verticales, discretas y armoniosas, dan un efecto visual de orden y altura que contrasta con el resto de la casa.
La ventana de esta habitación, con estores, ofrece una fuente generosa de luz natural. La falta de tratamiento textil en las ventanas podría verse como un descuido o, simplemente, una decisión práctica. Sin embargo, incluir estores enrollables en lino o visillos ligeros ayudaría a aportar calidez sin comprometer la luminosidad.
La ausencia de mesillas, lámparas de lectura o incluso alfombras deja el dormitorio a medio camino entre lo elegante y lo inacabado. Aunque esta desnudez puede resultar relajante para algunos, también puede sentirse incompleta o impersonal. Añadir algunos elementos sencillos, como una lámpara con base de cerámica o una banqueta de madera natural, equilibraría mejor la estética sin romper con la sobriedad general.
La casa de Grison es un espacio que invita a la pausa, pero también a imaginar posibilidades. Puede leerse como una declaración honesta de prioridades: familia, descanso, y cero complicaciones decorativas. Sin embargo, con algunos pequeños gestos, este espacio tan neutro podría transformarse sin perder su esencia funcional.
Foto | grisonbeatbox/Instagram
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