Lo bueno de comprar un piso de segunda mano, es que si los anteriores propietarios han sido cuidadosos, normalmente puedes entrar a vivir en él de forma inmediata. Lo malo de esta misma compra, es que si el gusto de los anteriores propietarios no coincide con el nuestro, tarde o temprano tendremos que acabar haciendo reformas y lo mejor es hacerlas al principio, después nos dará más pereza y nunca estaremos contentos y a gusto con la decoración.
Eso le pasó a una amiga mía que desde hace algunos días es la orgullosa propietaria de una vivienda, que aún habiendo estado muy bien cuidada y conservada por sus anteriores dueños, no encaja en lo que a ella le gustaría en cuanto a decoración. El tema arcos y molduras es peliagudo, o te encantan o te horrorizan, en mi caso lo de las molduras no me disgusta del todo, depende de en donde y cómo estén colocadas… pero con los arcos reconozco que no puedo, sobre todo cuando son tan decorados como el de la imagen que da comienzo a este post.
Evidentemente hubo que quitar ese arco y de paso se pintó la habitación en blanco, en vez de amarillo y se lacó también la caja de la persiana, la habitación ganó mucha claridad y yo diría que incluso parece más grande. No se trata de una obra demasiado complicada, aunque tengamos que recurrir a la ayuda de un profesional, el trabajo queda bien rematado en muy poco tiempo.
Además, el ir haciendo pequeñas reformas en la vivienda, ayuda a que vayamos haciéndola nuestra, la sensación de hogar no se consigue firmando una escritura, es necesario acondicionar y adecuar la decoración a nuestro gusto personal, para que nos sintamos cómodos en ella, cómo se suele decir, para que nos sintamos en casa.
La verdad es que me ha parecido un cambio, que siendo sencillo, es muy significativo y por eso he querido compartirlo con vosotros. Por supuesto, aprovecho la ocasión, para dar las gracias a mi amiga Ángela, por haberme dejado utilizar sus fotos.
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