Vivir en un palacio en pleno Madrid es un lujo al alcance de pocos, y Carmen Lomana es una de esas afortunadas. Su casa, situada entre los elegantes barrios de Salamanca y Chamberí, es un reflejo de su personalidad: sofisticada, clásica y con un toque de exclusividad.
Aunque la adquirió en 1988 junto a su difunto marido, Guillermo Capdevila, la vivienda ha pasado por una completa transformación para convertirse en lo que es hoy: un auténtico museo del buen gusto.
Techos altos y molduras
Desde la entrada, la casa impacta con su aire señorial. Los techos altos, las molduras ornamentadas y el mármol en los suelos evocan una estética palaciega difícil de encontrar en la arquitectura moderna.
Este espacio no solo es un punto de transición entre las distintas estancias, sino una declaración de intenciones: aquí la elegancia es la norma. En el centro, una mesa de madera con un imponente ramo de flores da la bienvenida a quienes cruzan el umbral.
El salón es, sin duda, la joya de la corona. Con paredes en tonos verde pastel y un mobiliario de inspiración francesa, este espacio refleja el amor de Lomana por la decoración clásica.
La chimenea de mármol, con un gran espejo sobre ella, amplifica la luminosidad del ambiente y añade profundidad a la estancia. No faltan las alfombras persas, los tapizados en terciopelo y los espejos dorados, elementos que crean una atmósfera cálida y aristocrática.
Un detalle que no pasa desapercibido es la presencia de múltiples retratos y obras de arte. Este tipo de piezas no solo aportan carácter a la decoración, sino que también reflejan la historia y los recuerdos personales de la propietaria. Cada rincón de su hogar cuenta una historia.
El comedor, separado por unas majestuosas puertas correderas con espejos, mantiene la línea estética del resto de la casa. En él destaca una gran mesa de madera noble rodeada de sillas tapizadas, ideal para recibir invitados.
La iluminación juega un papel clave en este espacio, con lámparas de araña que aportan una luz tenue y sofisticada, perfecta para cenas íntimas y refinadas.
En el dormitorio principal, la decoración sigue una línea clásica con un toque romántico. El color azul pastel de las paredes contrasta con los muebles de madera oscura, creando una armonía visual relajante.
El gran cabecero de madera tallada y la ropa de cama en tonos neutros refuerzan la sensación de lujo discreto que domina toda la vivienda. Frente a la cama, una cómoda de roble con encimera de mármol añade un toque de distinción al conjunto.
El vestidor es otro de los espacios que refleja el gusto impecable de la empresaria. Con un sofá blanco colocado estratégicamente frente a un gran espejo dorado, este rincón está diseñado para disfrutar del arte de vestirse con calma. La luz natural y los detalles florales completan la atmósfera de sofisticación que impregna toda la casa.

El exterior no se queda atrás. La terraza, repleta de orquídeas y otras plantas de exterior, es un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad. En este espacio, Lomana disfruta de momentos de descanso, rodeada de naturaleza y con un café en mano. Su hogar, más que una simple vivienda, es un reflejo de su estilo de vida: exclusivo, refinado y lleno de historia.
Fotos | @carmen_lomana/Instagram
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