¿Quién no se ha resbalado alguna vez aunque sea un poquito al intentar entrar o salir de la bañera o de la ducha? No digo grandes resbalones, sólo pequeños deslices que no acaban malamente pero que nos dan algún susto. Recientemente, una amiga mía que acaba de mudarse me comentaba su gran preocupación ya que la bañera de su nueva casa era bastante resbaladiza. He aquí las soluciones que propongo:
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Alfombra antideslizante de plástico: De las de toda la vida, con ventosas abajo y de un color pastel (lo del color no me preguntéis pero seguro que si os fijáis os daréis cuenta de que estas alfombras no suelen estar en colores chillones. Se venden en varios tamaños para adaptarse a las medidas de todas las bañeras aunque son fáciles de recortar si tenéis necesidades especiales. Las venden por menos de 10 euros en casi cualquier ferretería y tienda de barrio, y la única pega es que hay que estar súper atento cada vez que se acaba la ducha de retirarla para evitar que los restos de jabón o suciedad se queden pegados a ella, creando una capa con un aspecto un poco asqueroso.
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Los típicos peces: Esta es una variable de la anterior. En vez de ser una alfombra cuadrada o redonda, el material antideslizante tiene forma de peces y vienen a costar unos 5 euros. Tienen todas las desventajas de las alfombras y además cabe la posibilidad de que alguno se te despegue por separado en plena ducha, lo que tendría consecuencias desastrosas.
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Una minitarima de madera: en Ikea venden unas, modelo Molger, por menos de 7 euros. La verdad es que esta es mi solución favorita ya que al estar elevada, el agua escurre del todo hacia abajo aunque como inconveniente, la madera tiende más a acoger bacterias.
¿Y vosotros cuál opción cogeríais? Seguro que se os ocurre alguna más para contársela a mi amiga.
Imágenes vía | Kruder 396, Cifec, Shopmanía, Ikea
En Decoesfera | Alfombras de baño
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