Este tipo de pastas horneadas, elaboradas con aceite de oliva y aromatizadas con anís y vino, son muy típicas en países mediterráneos. Con pequeñas variaciones según cada región, tienen algo en común: muy fáciles de hacer y peligrosamente adictivas.
Inspiradas precisamente en una receta tradicional italiana, hemos usado aceite de oliva virgen extra español y un poco de Chinchón dulce para potenciar aún más el aroma anisado. Si no tenéis en casa, podéis emplear solamente vino blanco en su lugar.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un par de bandejas engrasándolas o cubriéndolas con papel especial para hornear. Colocar la harina en un recipiente amplio y mezclarla con la levadura química y la sal. Formar un hueco en el centro y echar el aceite de oliva, el vino blanco y el anís dulce.
Trabajar todos los ingredientes hasta conseguir una masa homogénea. Añadir las semillas de anís al gusto y amasar con las manos para distribuirlas bien. La masa debe ser lisa y suave, húmeda y maleable pero no pegajosa. Añadir más vino o harina para ajustar la consistencia.
Tomar pequeñas porciones de masa y darles forma de cilindro fino, de unos 10-14 cm de largo y no más de 0.5 de ancho. Unir los extremos para formar roscos y rebozarlos con cuidado en el azúcar. Distribuir las rosquillas en las bandejas. Hornear durante unos 20 minutos, hasta que se hayan dorado. Dejar enfriar sobre una rejilla.
Con qué acompañar las rosquillas de anís y vino
Estas rosquillas dulces de anís y vino con aceite de oliva son muy aromáticas y crujientes, perfectas para acompañar una taza de café, té o una copita de licor dulce. Si se guardan en un recipiente hermético aguantan muy bien durante varios días.
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