Este verano era mi compañera Marta la que buscaba en el baúl de los recuerdos y nos traía cinco grandes éxitos decorativos que cayeron en el olvido. Hoy rescato esta “no-sección” para proponeros otros tres éxitos decorativos que ya casi no vemos en las casas. Os propongo que me contéis en los comentarios cuántos de vosotros los tenéis en vuestra casa o los habéis tenido.
El globo terráqueo mueble bar
Desde los años 70 vemos en algunas casas estos muebles bar ocultos en el interior de un globo terráqueo. Los dueños de la casa se sentían más interesantes porque bajo el hemisferio Norte se ocultaban algunos de sus mejores licores o incluso una colección de vasos de chupito.
Alrededor de estos mapamundi se celebraban lo que mis padres llaman guateques (lo que ahora llamamos botellón en casa) y la fiesta estaba asegurada, mientras que la decoración se mantenía dentro de los límites de lo que la sociedad consideraba elegante. Con el paso de los años estos globos han ido desapareciendo aunque aún es posible encontrarlos en rastrillos o abandonandos los días de recogida de muebles de la ciudad.
Cuadros de pierrot
Esta moda abarcó mi infancia, ya que compartía cuarto con mi tía que tenía 18 años más que yo y para cuando tuve uso de razón ya tenía en las paredes hasta cuatro cuadros de pierrot. Estos payasos en blanco y negro los podía ver en habitaciones de amigos, siempre mirándome con pena desde sus marcos.
Los más siniestros eran los que tenían al pobre pierrot hecho un mar de lágrimas (jamás entenderé por qué nadie querría tenerlos) aunque había algunos más amigables, incluso de dibujos infantiles. Con el paso de los años estos pierrot fueron sustituidos por payasos coloridos pero sin mejorar mucho las estancias decorativamente hablando.
El reloj de calamina
El reloj de calamina es uno de los clásicos entre los amantes de la decoración barroca. Normalmente están incrustados en una escultura más o menos rococó y muestran la hora generalmente con un carrillón que es todo menos discreto.
En las casas sesenteras y cincuenteras eran lo más y estoy segura de que alguna de vuestras abuelas o madres aún conserva alguno de estos relojes como una de sus piezas más preciadas. Sus dorados os observan desde cualquier esquina de un salón y seguro que os pasa como a mí: una vez localizado no podéis dejar de mirarlos.
Por supuesto, de estos grandes éxitos decorativos que cayeron en el olvido lo que más me traumatiza es el cuadro de pierrot. Menos mal que ya no me mira desde las paredes de mi habitación.
Imágenes vía | Apartment Therapy, Distrito Capital, Traveso
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