María Lancha
EditorTransformar un piso viejo y anticuado de 70 metros cuadrados en un hogar moderno, abierto y luminoso es todo un reto. En este proyecto, los diseñadores apostaron por una reforma integral que derriba barreras físicas y estéticas para dar paso a un espacio fluido, acogedor y de líneas contemporáneas. El resultado es un antes y después espectacular que redefine completamente la manera de habitar este piso urbano.
El punto de partida era un piso típico de los años noventa. Con suelos de parqué brillante, paredes en tonos amarillentos, y una distribución compartimentada que restaba amplitud y luz. La cocina, revestida con azulejos blancos y mobiliario brillante, se sentía angosta y cerrada, desconectada de la vida social del hogar.
Un espacio mucho más amplio
Vía @transformadecoracionyreformas
Antes, el piso se distribuía con una cocina cerrada y un salón-comedor lineal, de estética tradicional y tonos oscuros. La combinación de mobiliario robusto, paredes amarillentas y una iluminación escasa creaban una sensación de pesadez visual y falta de amplitud.
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La intervención comenzó con la eliminación de tabiques para unificar cocina, salón y comedor en un único espacio abierto que aporta muchísima luminosidad y amplitud. Este gesto arquitectónico fue clave para ganar luz natural y conexión visual entre las zonas sociales.
Una cocina blanca, minimalista y funcional
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La antigua cocina, de azulejos blancos con cenefa decorativa y suelo azul, se transformó radicalmente en un ambiente minimalista y contemporáneo. El nuevo diseño adopta una paleta de blancos satinados con superficies lisas y líneas puras, sin tiradores visibles.
El mobiliario lacado en blanco y la encimera continua de cuarzo generan una estética limpia y luminosa. El fregadero negro y las lámparas colgantes en acabado mate aportan contraste y sofisticación. Este nuevo espacio no solo es visualmente amplio, sino también altamente funcional, con una isla central que integra la zona de aguas y una barra para desayunos.
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La nueva atmósfera combina influencias nórdicas y mediterráneas. Del primero toma la pureza del blanco, la funcionalidad y la sobriedad estética; del segundo, la calidez de los materiales naturales y la luminosidad.
El suelo vinílico imitación madera clara unifica toda la vivienda y aporta esa calidez doméstica que faltaba. Los textiles neutros, los muebles de líneas suaves y los puntos de luz cálida completan una composición serena y atemporal.
La zona de estar: luz, ligereza y diseño
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El salón, que antes se sentía estrecho y recargado, ahora respira. El mobiliario pesado de madera oscura dejó paso a una decoración ligera, dominada por un gran sofá modular en tonos piedra y una mesa de centro de estructura metálica y cristal que aporta transparencia visual.
Los puntos de luz indirecta, junto con una lámpara central de diseño escultórico, refuerzan la idea de modernidad y crean una atmósfera acogedora sin perder elegancia.
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Cada detalle fue pensado para potenciar la amplitud y la continuidad visual, los paneles listonados de madera natural, que delimitan sin cerrar, aportan textura y verticalidad; los electrodomésticos integrados mantienen la pureza estética, y las tonalidades suaves logran que la luz natural se multiplique en cada rincón.
El resultado final es un hogar contemporáneo, diáfano y equilibrado, que combina estética, confort y funcionalidad. Una reforma que demuestra que, con una buena planificación y una mirada actual, incluso un piso oscuro y anticuado puede convertirse en un espacio lleno de luz, estilo y personalidad.
Fotografías | Vía @transformadecoracionyreformas
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