Cuando se hablaba del día de la boda, lo primero que te venía a la mente era el traje de la novia, buscar ese fotografo de renombre que iba a permitir que cada momento se volviera inolvidable, el automóvil que se utilizaría para llevar a la novia hasta el altar y evidentemente en qué lugar se realizaría la recepción.
Esa recepción debía quedar lo mejor que nuestro bolsillo pudiese permitirnos, pero dependía de cosas como la comida, la música, la fina mantelería y los arreglos florales.
En la actualidad las novias buscan que ese día sea sensacional y quieren transformar los salones o los lugares elegidos para realizar su fiesta, en un set de película.
Se convierten los espacios elegidos en bosques, en estancias marroquíes, en playas de Tahití, etc.
El cliente es cada vez más exigente y quiere, sobretodo, diferenciarse.
Pero no todos los lugares se pueden adaptar a todas las fantasías. La decoración de una boda es, hoy en día, un trabajo personalizado, es por esto que la primera pregunta a una novia es: ¿Cómo te imaginas ese día?.
Si te dice que le gustan las rosas y el blanco, su estilo seguramente será romántico y así debe ser el lugar donde se va a celebrar su boda. Si por el contrario los novios desean celebrar su boda en una playa la decoración tendrá que basarse en centros de mesas con motivos marinos, antorchas, muchas velas y flores blancas.
Para aquellos menos audaces o con restricciones en su presupuesto, y que quieren realizar su fiesta en un salón destinado para ello, hay una tendencia a la eliminación de las mesas redondas tradicionales por mesas cuadradas, de madera, cristal o hasta a veces de acrílico; a la mezcla de lo clásico y moderno donde predomina el blanco, el cristal y la madera.
Lo que deben tener bien claro los novios, es que no siempre lo más costoso es lo más elegante.