Hemos visto... Poncelet Cheese Bar

Hemos visto... Poncelet Cheese Bar
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Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar Poncelet Cheese Bar invitada por su agencia de comunicación. En el aspecto gastronómico cabe decir que es un restaurante cuya base son los quesos, los cuales me enloquecen, pero estamos aquí para hablar de decoración, así que me ceñiré estrictamente a este aspecto.

El proyecto de decoración del local merece una especial mención, ya que han conseguido que sea alegre sin recargar, dando rienda suelta al espacio consiguiendo que dé la sensación de que es infinito, y perfilando un entorno muy cómodo y agradable en el que comer se convierte en un ejercicio relajado.

El local se divide en dos plantas, abajo el restaurante, y arriba una biblioteca que merece capítulo aparte. La planta baja, muy amplia, tiene forma de L, con una zona que da acceso a la parte de arriba, una barra, y un ancho paso con una fila de mesas en bancada asistidas por sillas de tapizados diferentes, decorado con maderas claras y muebles de inspiración nórdica. Llama la atención la claridad, una constante en este local, conseguida a través una muy acertada iluminación, el blanco de las paredes, y el suelo de madera clara.

Comedor principal

El banco que recorre la pared está tapizado en blanco roto, suavizado por cojines en tonos cálidos: verde, caldero, mostaza, y enmarcado por un mural blanco en relieve por el cual se cuela directamente del techo un chorro de luz.

Tras esta primera zona, entramos en la gran sala del restaurante, acogedora y luminosa, llena de contrastes en el mobiliario, con rincones pensados para abstraerse y distanciarse. La gran sorpresa está en una de las paredes, con un espectacular muro vegetal que convierte la sala en una pequeña selva controlada, un jardín vertical que nace de los respaldos de otro de los bancos corridos, iluminados estos por unas livianas lámparas.

Detalle del comedor

Ya lejos de las paredes, una celosía verde y amarilla separa visualmente un pequeño recodo del comedor, y en el centro vemos varias mesas flanqueadas por sillones de colores. Una estantería de madera ocupa una de las paredes, conteniendo distintos objetos, como botellas, queseras, y unos hatillos de madera de pino.

Detalle del comedor

Frente a ella, una fila de lámparas suspendidas, de diferentes formas y un mismo color, se agrupan y ofrecen un interesante punto de atención, además de iluminar una larga mesa común. En una de las esquinas se sitúa la cava de quesos, un espacio en el que se guardan y almacenan los ejemplares que se encuentran en la carta. Delimitada en cristal y madera, y con forma de diamante, el interior es visible desde el comedor, y delante de ella se dibuja una elegante barra circular complementada por butacas con tapizados en color púrpura.

Los techos son muy altos, cuentan con alguna entrada de luz natural, y se resaltan con dibujos geométricos en colores suaves. En algunos rincones, las paredes simulan unas ventanas de barco, en las que se ven las caras de unas vacas, un detalle divertido y todo un guiño al origen del queso.

Barra y cava de quesos

La planta de arriba acoge una biblioteca preparada para degustar quesos mientras se disfruta de la lectura de algunos de los volúmenes que allí se encuentran, dedicados en exclusiva al mundo del queso. Un suelo rayado hace de anfitrión para un grupo de butacas pertrechadas con su correspondiente lámpara, y unas mesitas auxiliares, una buena armonía de colores y formas distintos.

Poncelet Cheese Bar

C/ José Abascal 61
28003 Madrid

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