Nuestro Especial sobre Estilo Nórdico va poco a poco tomando forma y ampliándose con nuevos temas. Si previamente realizamos una introducción en la que hablamos del estilo gustaviano como precursor, de la historia del diseño nórdico y de blogs especializados, hoy daremos un paso más y comenzaremos a ver ambientes decorados en este estilo. Aunque la casa nórdica actual no suele estar muy dividida, nosotros vamos a separarla por espacios para poder examinarlos con todo detalle, comenzando por el hall o vestíbulo y terminando en la terraza.
Sin duda el clima y los recursos del entorno son dos de los factores que más influyen en la creación de lo que, aderezado después con diferentes aportaciones estéticas, podríamos denominar estilo. Ya hemos visto cómo la madera de los abundantes bosques escandinavos, y la utilización de colores claros para multiplicar la escasa luz son constantes en el estilo nórdico, que se caracteriza además por su sencillez y, sobre todo, por su funcionalidad.
Así la importancia del hall en una casa nórdica es clave, fundamentalmente por su función práctica, despojarse de la ropa y el calzado con que sus habitantes se protegen de las inclemencias del tiempo. De este modo comprendemos que no sólo es un sitio de transición que da paso al resto de la casa, nos detenemos en él, tiene entidad por sí mismo.
De acuerdo con esta función encontramos en el vestíbulo nórdico elementos absolutamente imprescindibles como armarios, percheros y zapateros, que junto con los tradicionales, lámparas, alfombras y espejos, conforman el mobiliario indispensable para este espacio.
A diferencia del pudor que muestran los hogares españoles en este aspecto, los zapateros y los percheros de los vestíbulos nórdicos son abiertos, algo que parece tener una explicación sencilla: así es más fácil que botas y abrigos se aireen y se sequen rápidamente. No sólo no se avergüerzan de mostrarlos, como nosotros, sino que además los potencian estéticamente con detalles decorativos, como papel pintado e iluminación específica que cumple además una función práctica.
No obstante, cuando el espacio lo permite, vemos que percheros y zapateros abiertos van acompañados de armarios cerrados, que aumentan la capacidad de almacenaje y permiten guardar a buen recaudo el calzado y la ropa ya seca.
La utilización de un banco zapatero, o una cómoda baja que cumpla estas funciones, es muy habitual. Cuando no la encontramos advertimos que un asiento singular, donde poder descalzarse cómodamente, cumple sus funciones. La alfombra a sus pies, junto con la cercana a la puerta, son también tradicionales.
Un espejo en el que contemplarse al entrar o poder echarse un último vistazo al salir es nuestro último elemento imprescindible. Lo encontramos en diferentes posiciones, con mayor o menor protagonismo, más pequeño sobre la cómoda o más grande en la pared, pero siempre cumpliendo su función.
Hasta aquí nuestro recorrido de hoy por el primer ambiente de una casa nórdica, el vestíbulo. En los próximos días iremos sumando nuevos espacios y conociendo más detalles y curiosidades dentro de nuestro Especial sobre Estilo Nórdico.
Imágenes vía | Alvhem En Decoesfera | Estilo Nórdico, nuevo especial en Decoesfera