El estudio de arquitectura mexicano Hw-Studio firma este bonito mercado gastronómico en Morelia, México, destinado a mercado gastronómico en el que conviven elementos del pasado con la arquitectura más contemporánea.
Al iniciar el trabajo se encontraron con un almacén alargado de 320 m2 (8 x 4 metros) que les llamó especialmente la atención por el silencio y la paz que se encontraba entre sus paredes, (una cualidad muy poco común en el centro de cualquier ciudad mexicana). Porque el almacén está en un punto muy céntrico de la ciudad, a dos manzanas de una de las escuelas de música más importantes de México y junto a una de las las plazas más queridas, bellas y visitadas de Morelia: Las Rosas.
Antes de la reforma el almacén estaba muy deteriorado. A mediados del siglo XVI había sido el patio de la casa de una familia rica. Sin embargo, con el tiempo los cambios de propiedad y los diferentes usos hicieron que el espacio perdiera su esencia y se encontraron con un techo cubierto de láminas de aluminio, con paredes alisadas con cemento y un suelo de resina muy característico de los años 60. Un espacio "sin alma" y vacío de contenido.
La demanda del cliente era convertir el espacio en un mercado gastronómico y para llevarlo a cabo, el estudio decidió eliminar todas las (malas) modificaciones que había sufrido en el tiempo para llegar a la estructura original, hasta dar con los arcos y las paredes de mampostería originales.
Fue entonces cuando el estudio decidió mezclar su lenguaje contemporáneo con la arquitectura del pasado, y explorar la relación y la dialéctica entre ambos.
Para desarrollar el proyecto el equipo se fijó en los lugares donde la gente se reúne para comer; en los parques, en las plazas o terrazas o incluso en los bancos y decidieron incorporar al espacio sus volúmenes, el cielo, los árboles y el uso de los materiales naturales.
En el caso de las paredes se "redescubrieron" para configurar una atmósfera similar a la de una plaza para que los asistentes al mercado se sientan en un lugar familiar, fácil y natural.
Todo lo antiguo con valor arquitectónico se rescató, y a lo nuevo, se le dio una naturaleza diferente para crear contraste.
Las partes nuevas están definidas por volúmenes muy blancos que muestran su propio momento histórico y conceptual. Con esto, han tratado de lograr un equilibrio entre lo nuevo y lo viejo.
Destaca en el centro del mercado una avenida central arbolada, flanqueada por dos volúmenes longitudinales blancos. Otros dos volúmenes transversales se han ensamblado en forma "L" invertida y sirven de cubierta en un área de mesas en la parte inferior a la vez que se crean las terrazas de la parte superior.
Todo, sin olvidarse de la estética porque estas formas rectangulares permiten encuadrar, y dejar a la vista de forma muy evidente las diferentes capas de arquitectura a la vez que interactuan con la luz que también se convierte en protagonista intangible del lugar.
El resultado es un espacio poético en el que se puede leer parte de la historia arquitectónica de la ciudad que sigue recogiendo el silencio de la bulliciosa ciudad.
Vía Hw-studio Arquitecto principal: Rogelio Vallejo Bores, Fotografías de Bruno Gómez de la Cueva.
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