Miras a tu alrededor y no ves más que piedras, tierra y unos cuantos arbustos tostándose bajo el sol abrasador. Solo las montañas en la lejanía evitan que tu mirada se desespere con el desierto infinito, pero es un consuelo menor cuando no parece haber ni una pizca de sombra en kilómetros a la redonda.
Resulta increíble encontrarse el hotel Diar el Berber en un paraje tan desolador como el de la región de Matmata, pero resulta aún más sorprendente que tras ese aspecto desaliñado que apenas se distingue mientras pasas por la carretera se esconda un alojamiento digno de nuestra serie de hoteles bonitos.
Tan solo un gran cartel en un muro de adobe nos avisa de que hemos llegado, pero no parece haber nada más que indique que ahí hay un hotel de cuatro estrellas con sus muchas habitaciones, su piscina, sus salones... y es que todo está excavado en la tierra arcillosa del lugar hasta 12 metros de profundidad, protegiéndose así de las altas temperaturas del día y las frías de la noche, sin por ello perder ni un ápice de luz gracias a un estudiado sistema de patios.
El hotel basa su diseño en las famosas casas trogloditas de los bereberes, de las que os hablaré pronto, y que proliferaron en la zona gracias a lo fácil que resulta excavar la tierra arcillosa. Básicamente las casas se estructuraban en torno a un patio central de varios metros de profundidad alrededor del cual se iban excavando las habitaciones.
De una forma muy parecida se ha construido el hotel, solo que con patios sensiblemente más grandes y más profundos, para poder dar cabida a un mayor numero de habitaciones, que igualmente se han realizado vaciando la tierra en torno al patio.
De esta manera, y gracias a la protección térmica de la tierra, se consiguen temperaturas agradables sin necesidad de aire acondicionado, incluso cuando el sol más aprieta y apenas se puede salir al exterior, las estancias están frescas.
Cuando entramos en las habitaciones nos encontramos, lógicamente, con una estructura similar a la de una cueva, con sus paredes abovedadas, sus huecos pequeños y ese frescor inequívoco de la piedra.
Sorprende lo bien iluminadas que están las diferentes estancias, con una mezcla entre la luz natural que entra por la ventana y una iluminación artificial muy bien ubicada. Las paredes blancas ayudan a aportar claridad y alegría.
Los espacios no son muy grandes, pero resultan cómodos y agradables, muy agradables. No en vano ha sido el hotel escogido por innumerables directores y actores, entre los que destacan George Lucas (no mientras rodaba Star Wars, aunque la película se rodo por esos lares) y Antonio Banderas, y cuyas habitaciones tuvimos ocasión de visitar (si procede, inserte grito histérico de fan aquí).
Obviamente, la decoración tiene un aire tunecino, con sus alfombras, sus telas y sus muebles con arabescos, aunque no es especialmente recargada y permite disfrutar de la innegable paz que transmite entrar en alguna de las muchas habitaciones.
Desde luego, si os encontráis de viaje en Túnez o tenéis pensado visitar el país, no podéis dejar de dormir al menos una noche en el hotel Diar el Berber en Matmata. Sin duda, y a pesar de ser de reciente construcción, es uno de los hoteles más auténticos de todos los que tuve ocasión de ver durante el viaje.
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