Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina y el sol de vuelta en nuestras vidas tras la esperada lluvia, a uno le entran ganas de irse de vacaciones ya, y aunque sea solo por fantasear, he decidido que me encantaría pasar unos días en el hotel arcoíris de Palm Springs, California.
Se trata de un pequeño hotel con la tipología clásica de los moteles norteamericanos, organizados en torno a un gran patio central, en el que normalmente se encuentra la piscina, y que es donde vuelcan la mayoría de los balcones de las habitaciones. Su mayor peculiaridad es el uso de los colores primarios y secundarios (los que conforman el arcoíris) para organizar los diferentes bloques y decorar las habitaciones.
Tanto colorido, unido al radiante sol californiano, hace que el conjunto resulte realmente alegre y primaveral, el lugar ideal para unos días de relax y desconexión.
Las habitaciones también están llenas de color, aunque sin resultar recargado. Casi todas las grandes superficies son blancas (salvo el suelo y una de las paredes), y lo que introduce el color es el mobiliario y los complementos, desde los cabeceros hasta las cortinas.
La combinación de colores es muy acertada, mezclando de forma proporcionada colores contiguos en el círculo cromática (como el verde y el amarillo) con sus complementarios (el violeta del suelo), lo cual crea una buena proporción de armonía, la que proporcionan los colores contiguos, y contraste, que lo proporcionan los opuestos.
Así, la habitación consigue al mismo tiempo transmitir serenidad y alegría, algo bastante complicado, pues son emociones bastanta antagónicas. La abundante y agradable luz también ayuda a potenciar esa percepción.
En cada detalle se puede se puede apreciar lo cuidada que está la combinación de colores en cada rincón de las habitaciones. Desde el mueble del baño hasta las colchas de la cama o las sillas de la terraza, donde además nos encontramos unas vistas espectaculares de las montañas del Valle Coachella.
De hecho, aunque todas las habitaciones dan al patio, el hotel las clasifica en función de lo que se puede ver tras él, ya sean las montañas o la ciudad. Una manera tan curiosa como efectiva de ordenarlas. Sin duda, me quedo con las que tienen vistas de las montañas; la combinación del colorido del hotel, con el color terroso de las laderas escarpadas y el cielo azul es sencillamente preciosa.
El color también está presente en el resto de instalaciones del hotel, como en la piscina, con unas coloridas hamacas y sombrillas o incluso en el comedor, donde combinan perfectamente el violeta del suelo con el rojo de las sillas (colores contiguos) con las servilletas, que son verdes (complementario del rojo) y amarillas (complementario del violeta). De nuevo, armonía y contraste para crear un ambiente vibrante y agradable.
En definitiva, el hotel arcoíris, cuyo verdadero nombre es Hotel Saguaro, es un precioso lugar en el que pasar unos días, tanto por su sereno y alegre colorido como por las vistas que ofrece. Dan unas ganas locas de echarse un rato en las tumbonas o asomarse al balcón margarita en mano. Os dejo con unas cuantas imágenes para que se os hagan eternos los días hasta las próximas vacaciones.
Vía | A cup of Jo
Más información | Saguaro Hotel
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