Esta semana pasada he estado en París invitada por Cointreau, y uno de los alojamientos de los que disfrutamos fue el hotel Mama Shelter, una de las locuras de Philippe Stark, en la que hace alarde de creatividad y genio. La planta baja del hotel la ocupa un restaurante, o mejor dicho, un concepto gastronómico diferente, en el que una vez probada su cocina, puedo decir que la gran baza es el ambiente y la decoración ecléctica.
Stark es muy dado a crear grandes zonas de comedor delimitadas con sofás en lugar de bancos o sillas. En Decoesfera ya dimos cuenta de su estilo reflejando la decoración del restaurante Ramses de Madrid. En algunos casos los sofás tienen una dureza o firmeza suficiente para procurar una cierta comodidad, pero en el caso que nos ocupa, no podemos decir que sea una de las mejores opciones posibles.
Estaréis de acuerdo conmigo en que más que en un Hemos visto, esta propuesta podría haber encajado mejor en una Mala idea, sobre todo si, como es mi caso, tenéis en vuestras casas uno de estos popularísimos sofás suecos. Para poder comer sentados a la mesa con comodidad, es necesario que el asiento tenga una altura de al menos cuarenta y seis centímetros, con una base firme y un respaldo que se adapte a la espalda con comodidad para darle reposo.
El asiento del sofá Ektorp está a una altura de cuarenta y dos centímetros que se convierten en treinta y seis al sentarse. Además, el respaldo se encuentra a una distancia adecuada para recostarse, no para mantenerse sentado de una forma cómoda. Pero si imaginamos que somos tan modernos como flexibles, probablemente la idea (el concepto), nos parezca la repanocha.
En el comedor del Mama Shelter son varios los corners que cuentan con una de estas piezas. Todos con funda en algodón gris, acorde con el ambiente reinante, de suelos y paredes en riguroso color negro. En algunas de las composiciones se encaja entre dos columnas sobre una pared, creando un efecto de hornacina, mientras que en otros se enfrentan y contraponen entre sí, formando espacios claramente separados, en los que a la par que nos comemos un kilo de rábanos (una de las delicatessen de la sala) podemos dormitar o adquirir relajadas posturas que para sí las quisiera Bimba Bosé. No somos más modernos porque no queremos.
En Decoesfera | Restaurante Ramses, decorado por Philippe Starck
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