Cuando me dirigía a la inauguración de la sala VIP Lounge de ARCO, imaginaba un espacio moderno y oscuro, en la linea cool a que nos tienen acostumbrados últimamente los decoradores. Mi sorpresa fue mayúscula cuando entré en uno de los corners del pabellón 10 de IFEMA y descubrí un espacio tan grande como alegre, lleno de luz y optimismo, en el que la madera viva de los palés se dejaba ver en cada composición y los estampados contagiaban dinamismo.
Más tarde, escuchando las palabras de Lorenzo Meazza y Teresa Sapey, comprendí que no podía haber sido de otra manera. Sus palabras estaban teñidas de ilusión por el trabajo que firmaban, y que en ese momento disfrutábamos. Tal era su entusiasmo, que ambos lucían sendos fulares realizados en los mismos tejidos con los que habían confeccionado las colchonetas sobre las que descansábamos. No se puede estar más identificado con un proyecto.
Mil cincuenta y tres metros cuadrados, tres mil ciento cincuenta metros de tejidos, mil seiscientos cincuenta y siete palés, cuarenta mesas y doscientas treinta lámparas Varmluft 46, son solo algunas de las cifras que se manejan en este espacio efímero en el que el ambiente estirado que se respira afuera, en alguna de las galerías, desaparece por completo para dar paso a un lugar informal en el que podemos incluso descalzarnos y buscar acomodo a nuestro antojo de manera anárquica.
Dos son los espacios principales: la sala VIP Lounge y el restaurante, separados por una estructura de palés. Este elemento, que ya no es nada nuevo en el panorama del DIY decorativo, toma fuerza aquí para democratizar una zona exclusiva que parece querer alejarse de formalidades y corsés. En el centro de la sala VIP Lounge, los palés se apilan formando terrazas, pirámides, promontorios, que se guarecen con colchonetas e invitan a descansar allí, un buen escenario para el encuentro informal.
El blanco de las paredes y techo sirve de lienzo para los tejidos en vivaces tonos rosas, y al fondo, se recogen varios espacios exclusivos de diversas marcas comerciales. Sofás, sillones, lámparas colgantes, madera canalla en crudo en las paredes también, forman un ambiente fresco del que apetece formar parte.
El restaurante es un enorme plató en el que podemos comer en una (al parecer imprescindible en estos tiempos) mesa común alta, cuyo sobre se replica con palés cubiertos por una lámina de cristal. A unos metros, otra mesa común, esta vez baja, roja y en forma de U, invita a comer en grupo, y para quien desee más intimidad, decenas de mesas vestidas con tejidos hasta las patas y cubiertas higiénica y elegantemente con cristal, ofrecen parada y fonda.
Las lámparas Varmluft 46, una suerte de bolsa de aspirador luminosa, como apuntaba Lorenzo Meazza, se agrupan sobre el fondo del restaurante formando una escultura de luz que semeja una bandada de pájaros en tránsito.
Un espacio efímero del que seguro a sus creadores les costará un pequeño disgusto desprenderse tras la clausura de la Feria de Arte Contemporáneo ARCO.
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