Desde hace ya muchos años, las sillas de jardín por antonomasia son esas blancas de plástico, apilables hasta el infinito y cuya única diferencia era la imaginación del diseñador a la hora de perforar el asiento y el respaldo para que no se acumulara el agua.
En mi opinión, son las sillas más feas que he visto nunca, y además son incómodas, demasiado bajas y con unos brazos demasiado grandes como para sentarse a la mesa, y demasiado altas como para ser un sillón. Oblò, por contra, viene a decirnos que las sillas de jardín también pueden ser bonitas.
Este silla es fruto de la unión mediterránea entre la diseñadora italiana Paola Navone y la empresa francesa Triconfort, del grupo español Kettal, y la verdad es que parece tener algo de los tres países bañados por el mismo mar.
A pesar de estar fabricada en aluminio, lo que le aporta ligereza y durabilidad, respira un aire mezcla de las sillas de plástico y las antiguas de hierro. Me gusta especialmente el troquelado y la forma del respaldo, que recuerda a la silla nº7 de Jacobsen, todo un clásico.
Lo que no me entusiasma tanto son los brazos, que parecen un añadido posterior, la verdad es que las hubiera preferido sin él. Más livianas visualmente, más versátiles. Aún así, un diseño cautivador.
Vía | DesignBoom
Más información | Triconfort
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