En estos momentos tengo en Google Reader 897 elementos sin leer, fruto de mi escapada a Asturias en estas últimas semanas, en las que no he tenido conexión. Mi ración de lectura mañanera consiste ahora en las suscripciones habituales diarias más una parte de las que tengo acumuladas, en un intento de ponerme al día ordenadamente. Claro que a veces tengo tentaciones de marcar todos los elementos como leídos, pero me contengo pensando que seguramente puedo echar a perder algún hallazgo interesante, como éste que he encontrado hoy en x4duros, que ha acabado por librarme definitivamente de los malos pensamientos.
Y es que no resulta pero que nada fácil encontrar en España un bebedero de pájaros que llevarse a la boca. De acuerdo que se pueden comprar online en Estados Unidos, pero los modelos disponibles son, para mi gusto, demasiado rebuscados y el precio final se incrementa notablemente con el transporte.
La alternativa tiene que pasar entonces por el hazlo tú mismo, tal como sucede en las dos ideas que os traemos hoy, una de The Art of Doing Stuff y la otra de mi cosecha propia.
Para realizar este primer bebedero que vemos se han utilizado elementos muy sencillos de encontrar y verdaderamente económicos: unos mangos de escoba de madera y un plato de Ikea para velas. La cosa es fácil, clavar los mangos en la tierra cuidando que queden a la distancia adecuada y bien nivelados y a continuación depositar el recipiente sobre ellos.
En este caso se han utilizado sólo tres palos para sujetarlo porque lo pedía la forma irregular del recipiente, pero cambiando éste y el acabado de los mangos podremos irlo adaptando a nuestro estilo. Por ejemplo los mangos pueden ser metálicos, de color rojo o negro, y el plato cuadrado, conformando una estética oriental. En este segundo caso se haría necesario utilizar cuatro mangos en lugar de tres.
Mi bebedero como véis es radicalmente diferente. Lo encontré en el mercadillo de Hanbel que se celebró el mes pasado en Madrid. En cuanto lo ví no lo dudé ni un momento, llevaba mi nombre, además lo indicaba claramente en la etiqueta del precio: 19 euros.
El recipiente es de cerámica, con un acabado envejecido y está adornado con tres pajaritos que invitan a beber a sus congéneres. El otro pájaro que se ve, el azul y verde, como os podéis imaginar no pertenece a la fauna autóctona, pero el pobre tuvo que ir a inaugurar la nueva adquisición porque no tenía con quien quedarse.
Para soportar el bebedero hubo que pensar en algo rústico, dado el entorno en que se encuentra: el pequeño prado que rodea mi casa y que llamamos cariñosamente el pradín-jardín. Así que utilizamos un viejo poste de cierre de madera, similar a los que se ven al fondo y un trozo de tablón que cortamos a la medida adecuada y que fijamos con un par de clavos largos sobre el poste a modo de base.
Si os animáis a hacer algo similar recordad que deberá quedar bien firme en el suelo, así que habrá cavar hasta dejar el agujero adecuado, colocar el poste y luego rellenarlo con cemento o con la tierra bien apisonada y reforzado con cuñas de madera.
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