Amadas y odiadas a partes iguales, hay que reconocerle a Louis Comfort Tiffany el mérito de haber creado un estilo nuevo, vistoso y que, hoy en día, cien años después de su invención, sigue estando de moda. Nos referimos, cómo no, a las lámparas Tiffany.
El diseñador estadounidense estudió en París a finales del siglo XIX donde se puso en contacto con las últimas tendencias artísticas y más concretamente con el Art Nouveau. De regreso a su país, fundó una fábrica de vidrio y experimentó con la técnica de las vidrieras (unir varios trozos de cristal mediante plomo) aplicada a toda clase de objetos decorativos. De sus manos salieron lámparas, vidrieras, colgantes... que aún hoy en día siguen siendo imitados por todo el mundo.
En su fábrica utilizaba vidrios opacos en variedad de colores y texturas para crear un estilo único, combinándolos con vidrios transparentes pintados o esmaltados. Tiffany registró el término favrile (que significa, en francés, "fabricado a mano") para denominar su vidrio soplado y muy pronto se pudieron ver sus lámparas en diversas exposiciones. Al principio su fábrica, la Tiffany Glass Furnaces, producía especialmente vidrieras para ventanas y lámparas, pero muy pronto comenzó a manufacturar todo tipo de objetos decorativos de interior.
En la actualidad, una lámpara Tiffany original se vende por unos dos millones de dólares, aunque también cabe la posibilidad de comprarla en todo tipo de tiendas de decoración o incluso de fabricarlas uno mismo, gracias a la amplia oferta de cursos que hay en las ciudades por un precio muy asequible.
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