Nunca dejará de sorprenderme la capacidad que tienen algunas personas de ver más allá de un simple objeto, apreciando el potencial decorativo de elementos que para muchos serían simplemente basura. Hoy vemos un buen ejemplo de ello en esta lámpara de cocina hecha con un viejo tamiz de harina. Viendo el artefacto en su primer destino esta transformación toma aún más valor, nada en ella hace presagiar a simple vista que se pueda convertir en un complemento único y original.
La autora de esta transformación encontró el tamiz en un armario al comprar su casa, construida en los años treinta, y decidió convertirlo en luminaria al realizar la reforma de la vivienda. Para ello solo tuvo que cambiar la orientación del apero y adaptarlo para colocar un casquillo y la correspondiente conexión eléctrica. Observamos que se ha aplicado una limpieza a la superficie metálica, pero se ha dejado al descubierto la pátina antigua, verdadera esencia de este invento.
También se han integrado con mucho gusto la pletina y el tubo que la suspenden del techo, que igualmente muestran un aire antiguo; desconocemos si se trataba de una pieza antigua o se ha montado para la ocasión envejeciéndola posteriormente.

Dos cuestiones hacen que me resulte tremendamente atractiva esta propuesta, por una parte el esfuerzo por conservar un elemento original de la casa, integrándolo en una reforma muy actual; y en segundo lugar, el acierto de haberla ubicado en la cocina, donde teniendo en cuenta su origen y anterior función, encaja de maravilla.
Vía | The Kitchn En Decoesfera | Antes y después: una vieja nevera
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2 comentarios
gasolinus
Wau, si que da ese toque rústico que tanto os gusta.
silvia
Me gustan estos objetos antíguos que nada tienen que ver con una lámpara, la verdad es que hay que tener imaginación para llegar a esta conclusión: de esto voy hacer una lámpara!!! y quedan bien, por que como dices estos objetos tienen origen en estos espacios.