Todavía no han acabado las Navidades y tras la cena de Nochevieja no deseo otra cosa que descansar y aislarme un poco del mundo. Tengo donde hacerlo y muy a gusto, pero en el blog de Annika he encontrado un espacio que sería perfecto para pasar varias jornadas de descanso sola o en buena compañía. Más que unas jornadas, me quedaría para siempre, creo que me tendría que sacar de allí la Policía Nacional, que yo no movería un músculo con tal de no abandonar esta increíble habitación.
El espacio se distribuye mediante una estructura de albañilería que consta de varios niveles, los cuales además de servir de escalones para llegar al lecho, sirven de separación, de cabecero y como improvisada butaca. El blanco que inunda el espacio desciende de las paredes tiñendo también el suelo de la plataforma, de manera que esta parece suspendida en el aire.
Tres son los elementos que enmarcan y aportan contraste: dos arcos, uno en un costado que actúa como separación y otro, más pequeño y completo, que corona una ventana. Por último, un impresionante espejo labrado colocado en el cabecero que refleja y amplía el espacio.
La cama, colocada en el plano más alto, no se posa directamente en el suelo aunque lo parezca; una delgada estructura lo aisla de este y supongo que le aporta un extra de confort. Sobre la larga almohada solo dos enormes cojines que resaltan el aspecto de chill-out.
La escena la completan varios pequeños detalles: un instrumento de cuerda, un mosquitero o un candelabro, que ambientan sin agobiar. Bajo la estructura adivinamos un revestimiento de estera de coco en el suelo del resto de la habitación, una buena excusa para descalzarse y soñar.
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