Ay, qué rápido crecen los niños. O al menos eso es lo que me dice todo el mundo una y otra vez, que yo a la mía la veo crecer muy despacio aunque, efectivamente, de manera implacable. Mucho hemos hablado por aquí de los dormitorios infantiles, pero lo cierto es que llega un momento en el que nuestros retoños ya no quieren más a Dora ni a Bob y es el momento de rediseñar sus cuartos para la adolescencia que se avecina.
Es el caso del dormitorio juvenil que tenéis sobre estas líneas, que se cambió cuando su dueña, Clare, pasó de la cuna a una cama “de mayores”. Los padres, en una decisión acertada para mí, eligieron mantener las paredes y los muebles blancos mientras dejaban la nota de color a los textiles y complementos.
Como podéis ver, tanto la cama como la librería (una Expedit de Ikea) y la silla (una mecedora de Eames) mantienen el color blanco y se dejan mimar por peluches y libros que llenan de color una estancia que ya de por sí es muy luminosa aunque sea pequeña. En la parte baja de la estantería se ha encontrado un hueco para los juguetes mientras que los libros ocupan los demás espacios.
Como veis es un dormitorio infantil listo para la transformación de la niña en adolescente, tan solo añadiendo los detalles que su dueña quiera poner. Me encanta, además, que el centro de la estancia haya quedado despejado creando un lugar donde poder jugar cada día. ¿A vosotros os convence?
Imágenes vía | Apartment Therapy
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